Aunque este año agosto ha sido declarado por la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados como todos los anteriores (esto es, oficialmente hábil pero organizativamente inhábil), lo cierto es que muchos letrados no han podido desconectar como habrían querido o tenían previsto hacer. A esta sensación de frustración se suma el hecho de que aún hay muchas incertidumbres en el aire respecto a qué pasará en septiembre. Con el fin de encarar las cosas de manera adecuada y retomar la actividad profesional con energía y ganas, es fundamental “re-enseñar” al cerebro a centrarse. Para ello, es aconsejable usar tres herramientas: desconexión, enfoque y organización.
Desconexión
En el tiempo de confinamiento la mayoría hemos estado expuestos a una ultra-conexión, mezclando trabajo y ocio a menudo. Tal y como explica a Mutualidad Abogacía el comunicador Phil González, autor de los libros “Pásate al modo avión” y “Máster en desconexión digital” (ambos publicados por la editorial Anaya Multimedia): “Este hecho ha producido una pérdida de foco que se ha traducido en muchos episodios de procrastinación al día (entendiendo por procrastinación dejar de lado las cosas más importantes y urgentes y dar más prioridad otras que nos parecen más divertidas)”. Durante el verano, tal y como apunta González, “hemos seguido muy conectados a las redes sociales, viendo internet o las redes sociales de forma pasiva. A la vuelta al trabajo es fundamental que desconectemos de todo esto. Para conseguirlo, es fundamental volver a poner horarios a las cosas determinar, por ejemplo, tres momentos al día que no interfieran en el trabajo para ver las redes sociales (antes de trabajar, a medio día y por la noche)”.
Con respecto a las informaciones que llegan sobre el Sars-CoV-2, es fundamental consultar sólo fuentes fiables y contrastadas, no dar pábulo a todas las noticias que llegan, ya que esto puede contribuir a generar estrés y ansiedad. y, siempre que sea posible, respetar también unos horarios de conexión para informarse de estos temas.
Enfoque
Dedicar unos minutos al día a la meditación ayuda a centrar la mente. Las personas que meditan a diario tienen menor riesgo de sufrir estrés, ansiedad e, incluso, depresión. Esta actividad favorece la relajación, aumenta los niveles de energía y ayuda a subir la autoestima. Algunos estudios sostienen que meditar también mejora el control de la tensión y contribuye a fortalecer el sistema inmunológico.
En “El pequeño libro del mindfulness: 10 minutos al día para reencontrarse con la vida” (Editorial Gaia), Patrizia Collard realiza una iniciación a la meditación. Tal y como explica, el primer paso en el estado meditativo es lograr el “sámata”, palabra en sánscrito que significa calma mental. Para lograrlo, lo primero es buscar un lugar silencioso y sin distracciones donde sentarse, ya sea en el suelo, una silla o un banco de meditación, siguiendo una premisa fundamental: mantener la columna recta, la cabeza erguida y la barbilla apuntando ligeramente al pecho (para mantener así la cabeza en línea con la columna). Es recomendable no apoyar la espalda para, de este modo, conseguir estar presente y no dormirse. Una vez que se ha adoptado la postura correcta, hay que observar la mente y las sensaciones, dejando que pasen los pensamientos sin aferrarse a ninguno y sin moverse (incluso si se detecta alguna incomodidad). En las primeras meditaciones se aconseja centrarse en la respiración, en tomar y soltar el aire, contando, por ejemplo, las inspiraciones. Las primeras meditaciones serán breves, de 3 o 5 minutos; pero, con la práctica, se irán prolongando de forma natural.
Organización
Existen diferentes métodos para gestionar el tiempo, como la matriz Eisenhower, creado por el que fue presidente de los Estados Unidos de 1953 a 1961 o la teoría de Abraham Maslow sobre la jerarquía de las necesidades. David Allen, consultor e instructor de productividad y autor del método de gestión “Getting Things Done” (GTD), con miles de seguidores en todo el mundo, explica en su libro “Organízate con eficacia” (Editorial Urano) que la productividad está directamente relacionada con la habilidad que tenemos para relajarnos. Solo cuando nuestras mentes piensan con claridad y nuestros pensamientos están organizados podemos desarrollar todo nuestro potencial. De acuerdo con Allen, nuestra mente tiene una capacidad limitada para almacenar información, por eso propone una serie de fórmulas prácticas destinadas a eliminar las tensiones e incrementar nuestra capacidad de trabajo y nuestro rendimiento. En si libro “Organízate con eficacia” fundamenta en unas sencillas normas básicas de organización del tiempo, como por ejemplo la necesidad de determinar cuál es el siguiente paso a dar en cada uno de nuestros proyectos, o la regla de los dos minutos (si surge una tarea pendiente y se puede hacer en menos de dos minutos, debe hacerse inmediatamente).
Es imposible predecir qué va a ocurrir este otoño, pero si se es capaz de mantener la cabeza enfocada y relajada, las dificultades laborales serán, sin ninguna duda, más fáciles de afrontar.