Los Premios a la Excelencia Cátedra Mutualidad apoyan, incentivan, reconocen y distinguen el esfuerzo y dedicación de los licenciados y graduados en Derecho. Creados en 2011, premian a los jóvenes abogados que demuestran un remarcable rendimiento académico. En esta sexta edición, cuatro jóvenes y brillantes abogadas fueron elegidas por sus trabajos sobre tecnología y abogacía entre los 47 presentados, que destacaron por su gran calidad.
El primer premio ex aequo correspondió a Patricia Mendilibar, de la Universidad CEU Cardenal Herrera, y a Ainhoa Barrutia, de la Universidad de Deusto, dotado con 5.000 euros cada uno. Asimismo, el jurado reconoció con una mención especial los trabajos de Miriam de Santiago, de la Universidad de León, y Marina Pedraz, de la Universidad Francisco de Vitoria, dotados con 600 euros cada uno. Además, las cuatro se beneficiarán de dos años de cuotas gratuitas en el Plan Universal de la Mutualidad de la Abogacía, el reembolso o pago del alta como ejerciente en el Colegio de Abogados de residencia y las cuotas de los dos primeros años de colegiación.
Abogacía y creatividad
Patricia Mendilibar es abogada y periodista. Conciliar ambos mundos la ha llevado a una visión de la Abogacía innovadora e integradora, donde reconoce: “Los abogados estamos un poco anticuados y lo tenemos que superar, por ejemplo mejorando nuestras habilidades comunicativas y siendo creativos. ¿Por qué va a ser mejor una tediosa demanda de 100 páginas cuando no sean necesarias? ¿O por qué no poner fotos? Lo mismo sucede con la tecnología, es un reto, la inteligencia artificial puede asumir las tareas más rutinarias de nuestro día a día, como la gestión documental o los contratos tipo, y los letrados vamos a poder dar valor añadido a aquellas que requieren un conocimiento y un elemento personal más potente”.
De la Cátedra de la Mutualidad de la Abogacía destaca que es “una experiencia muy positiva, que brinda facilidades para poder estudiar, ayuda en la formación y apoya a los jóvenes que empiezan a ejercer”. En su caso, Patricia recibió una beca de la Cátedra Universidad para estudiar el Máster de Acceso a la Abogacía y, una vez finalizado, presentó el trabajo merecedor de los Premios a la Excelencia. “Un trabajo en el que invertí mucho esfuerzo, mucho tiempo, me quitó muchas horas de sueño… Es muy bueno saber que ese esfuerzo ha valido la pena”, nos cuenta.
Apasionada de la escritura, decidió estudiar Derecho como complemento al periodismo, “que lamentablemente hoy en día está bastante denostado”, afirma. “En la medida que fui estudiando y poniendo en práctica todo lo relacionado con el Derecho, supe que quería dedicarme ello, me di cuenta de que es una profesión muy activa, muy desafiante; al final las personas necesitamos estímulos y la Abogacía es una profesión que te brinda esa posibilidad”, asegura. Hoy Patricia encuentra esos estímulos y desafíos como asociada júnior en la firma Uría y Menéndez en Valencia, en el departamento de Derecho Público y Medio Ambiente.
Retos y cambios
Al contrario que Patricia, Ainhoa Barrutia supo desde pequeña que quería ser abogada; “aunque también me gustaba el espectáculo”, dice riendo. Y no se equivocó en su elección: “Me gusta incluso más de lo que pensaba, creía que podría ser un trabajo menos creativo, pero he descubierto que es todo lo contrario”.
Su expediente también es brillante y califica su experiencia en los Premios a la Excelencia como muy buena, enriquecedora y muy satisfactoria, tanto desde un punto de vista formativo,
como desde una perspectiva económica. “Me ha permitido estudiar un tema que me interesa mucho y que está afectando directamente a la práctica de la Abogacía. Recuerdo los meses que dediqué a realizar el trabajo con mucha ilusión, esfuerzo y ganas en la investigación y que finalmente dieron sus frutos”.
Ainhoa asegura que “un reto claro para el futuro es la adaptación de los abogados a las nuevas tecnologías. Puede parecer un tópico y, sin duda, la tecnología siempre ha afectado a nuestro trabajo. Sin embargo, considero que en los próximos diez años la profesión de la Abogacía va a cambiar más que en los dos últimos siglos, y nadie se va a librar”.
Con solo 23 años, su experiencia como abogada ha sido muy satisfactoria hasta el momento. “He aprendido un montón y tengo la suerte de trabajar con gente muy formada y que se preocupa por mi formación”. Es asociada júnior en Cuatrecasas en Bilbao, donde se dedica al Derecho Administrativo, “un ámbito complejo del Derecho, pero a la vez interesante y divertido, donde no hay dos temas iguales”, asegura.
Confianza y apoyo
A sus 24 años, Marina Pedraz ya cuenta con un excelente expediente académico y profesional. Actualmente es analista júnior de riesgo y cumplimiento en el banco Santander España, rama en la que trabajó con anterioridad para el banco ING España & Portugal; antes de eso ejerció en un despacho de abogados.
Esta madrileña, que ha vivido la mayor parte de su vida en Cádiz, tiene un muy buen recuerdo de la Cátedra de la Mutualidad. “En lo que más me ha ayudado la Cátedra es a confiar en mí misma, siempre con una atención y un cuidado hacia nosotros espectaculares”, afirma. Marina obtuvo una beca para el máster por su expediente académico y luego se animó a presentar su trabajo para optar a los Premios a la Excelencia. “Estaba en una época difícil porque tenía que presentarme al examen de Abogacía y trabajaba a la vez; sabía que no iba a tener mucho tiempo, pero lo que más me motivó fue el que dieran la oportunidad a jóvenes como nosotros, de cualquier universidad, para poder demostrar lo que valemos y en mi caso en un campo en el que nunca había trabajado, como es el de la ciberseguridad. El hecho de que haya alguien que reconozca tu trabajo y tu esfuerzo, sobre todo en un ámbito que no conoces, ha sido muy especial”.
¿Cuándo supo que quería ser abogada? “No lo recuerdo, es una idea de siempre y, aunque en mi familia no hay abogados, yo seguía en mis trece”, recuerda con afecto. “Esa idea que tenía de la profesión ha cambiado mucho, siempre había querido dedicarme al despacho y al litigio, y ahora trabajo en una empresa; me he dado cuenta de que tienes más posibilidades de las que pensaba”. Pero no renuncia a sus sueños: “También me he dado de alta como abogada y, poco a poco, voy teniendo mis primeros casos particulares. No es fácil, pero me gustaría mucho en el futuro ejercer por cuenta propia, ser útil para los demás y conseguir lo que quiero: un trabajo que me guste, me haga feliz y que además pueda de esa manera ayudar a los demás”.
El futuro
Al igual que Marina, Miriam de Santiago obtuvo una beca de la Cátedra Universidad mientras cursaba el Máster de Acceso a la Abogacía por su excelente expediente y posteriormente una mención especial por su trabajo en los Premios a la Excelencia. “La experiencia ha sido muy positiva. La ayuda económica de las becas fomenta en gran medida el esfuerzo y también incentiva la vocación en la profesión, mientras que el premio te ayuda a buscar nuevos campos e incentivar esa posible vocación que tengas, independientemente de que luego te dediques a ello o no”, nos cuenta. “También utilicé el libro de la Cátedra Mutualidad para algunos aspectos esenciales y temas puntuales del examen de acceso, ya que estaba muy simplificado, muy bien explicado y no era tan denso como otros”, agrega.
Ella también tiene una visión positiva sobre el futuro de la profesión, que comparte con el resto de las premiadas. “Todo está cambiando muy rápido, incluso los más jóvenes están estudiando ahora mismo para puestos de trabajo que aún no existen; la automatización del trabajo tedioso y el papeleo van a facilitar que el abogado se dedique a lo que se tiene que dedicar, a ser creativo, a pensar nuevas interpretaciones de la ley…”, afirma.
“La carrera la elegí por pura vocación, soy un poco justiciera”, dice con una sonrisa Miriam. “No fue mi primera opción, siempre he sido más de artes, pero al final me decanté por la Abogacía también por una situación estratégica: las ciencias jurídicas tienen muchas más salidas laborales que las salidas artísticas, es una realidad”.