Universitarios y desempleados son los dos perfiles más comunes entre los emprendedores séniors. Analizamos las ventajas y desventajas de un movimiento que no pone límite a su interés por mantenerse económicamente activo, y de un compromiso con el que está alineado #SoySenior de la Mutualidad de la Abogacía.
El 31% de los adultos entre 50 y 80 años son trabajadores por cuenta propia, frente al 11% de los jóvenes entre 18 y 29 años. Con este dato sorprendió el Informe Especial GEM (Global Entrepreneurship Monitor) sobre Emprendimiento Sénior, que analiza la situación de 104 países con datos recopilados en el periodo 2009 y 2016.
Y la conclusión principal del mayor estudio publicado sobre el emprendimiento entre los adultos mayores es, que dado el relevante papel de este colectivo en las economías de todo el mundo convendría “dar un apoyo complementario a los emprendedores de más edad”, como ya se hace con los más jóvenes o los de mediana edad.
Según Thomas Schøtt, principal autor del informe, “todo adulto mayor que trabaja por cuenta propia evita convertirse en una carga financiera para la sociedad y, permaneciendo económicamente activo, contribuye a la economía de su país a través del pago de impuestos”. Además, para este profesor de la Universidad del Sur de Dinamarca, los emprendedores séniors “tienen más probabilidades que los jóvenes de emplear a más de cinco personas en sus negocios, por lo que no sólo están generando autoempleo, sino que están creando nuevos puestos de trabajo”.
Crece el emprendimiento entre los mayores de 55 años
Poniendo el foco en los emprendedores españoles que peinan canas, vuelve a ser el Informe GEM España 2020-2021 el que ofrece la fotografía más diáfana de la situación. En este estudio, se afirma que el 3,5% del grupo de edad entre 55 y 64 años tiene intención emprendedora. Se trata del porcentaje más bajo de los cinco tramos de edad establecidos, en el que el grupo de 18 a 24 años es el que muestra una mayor predisposición a emprender, del 13,7%.
Con todo, el número de séniors con intención de crear su propio negocio se incrementó en el periodo 2018-2019 frente al bienio anterior, cuando era del 2,8%. “Nos encontramos con una población creciente de personas mayores, en buen estado de salud, con la disponibilidad financiera, recursos y tiempo disponibles que pueden contribuir a la actividad económica, extendiendo su vida laboral y emprendiendo”, afirman los autores del estudio.
Por ello, aprobar políticas y programas gubernamentales “puede incentivar la concienciación sobre el potencial emprendedor de este colectivo, proveyendo formación y educación para eliminar las carencias en habilidades emprendedoras de este colectivo y estableciendo un sistema impositivo y de seguridad social que no desincentive sus iniciativas, incluyendo la posibilidad de invertir en otros negocios”.
Quién, por qué y qué emprender
Los dos perfiles más emprendedores entre los mayores de 55 años españoles son los universitarios y los desempleados. En cuanto al género, por cada 100 hombres hay 76 mujeres. El porcentaje es muy similar al del resto de tramos de edad analizados, entre los que el sexo masculino se muestra más emprendedor menos en el tramo de 25 a 34 años, cuando la tasa de intención emprendedora femenina le supera ligeramente.
En cuanto a las motivaciones, “ganarse la vida porque el trabajo escasea”, es la motivación principal de quién emprende a partir de los 55 años. Además de generar un autoempleo, crear riqueza (o mejorar las rentas) y continuar con una tradición familiar, son las otras dos razones más comunes.
Sobre el modelo de emprendimiento, “no hay límite en cuanto al tipo de negocio que pueden crear las personas de mayor edad”. Sin embargo, desde GEM se identifican tres tendencias dominantes:
- Servicios profesionales basados en la experiencia profesional. Exprimir los conocimientos, experiencia y contactos merecidos durante los años de trabajo es la vía más habitual del emprendimiento sénior.
- Negocios relacionados con aficiones. Otra parte de los emprendedores decide poner en valor sus hobbies.
- Modelos de negocio socialmente innovadores. Dirigidos a satisfacer las necesidades de otros colectivos. Los principalmente receptores son otras personas mayores, por ejemplo en el sector del senior living, promoviendo nuevos modelos de vivienda adaptada a las personas mayores.
Cinco ventajas del emprendimiento sénior
“Según las estadísticas, los emprendedores mayores tienen el doble de probabilidades de éxito que los jóvenes”, explicaba Carlos Molina, fundador de la asesoría 50pro, en una entrevista al canal #TúDefinesTuFuturo de Mutualidad Abogacía, sobre los peligros de emprender a los 50: “Es cierto que tienen un éxito más discreto, a lo mejor no aparecen en revistas ni en las listas de los más ricos, pero sí consiguen sacar adelante los negocios que montan y hacerlos rentables”.
Y es que los expertos reconocen ciertos factores favorables al emprendimiento más veterano, que resumimos en seis claves.
Más experiencia y conocimiento de mercado. Es la ventaja más evidente, por ello una mayoría de emprendedores decide crear una empresa que opere en el sector que mejor conoce.
Menor endeudamiento inicial. Muchos de los emprendedores séniors cuentan con una base de ahorro para el inicio de negocio, lo que reduce sus necesidades de búsqueda de créditos y/o inversores para su proyecto, y les permite superar con más comodidad la fase de arranque y consolidación. En muchos casos ese capital inicial proviene de indemnizaciones por pérdida del trabajo por cuenta ajena que venían desempeñando.
Mayores redes de contactos. Fruto de la experiencia acumulada, el emprendedor sénior dispone de una agenda o networking muy útil para el lanzamiento de su proyecto.
Mayor estabilidad del proyecto. El emprendimiento sénior consigue que el 70% de las compañías creadas sobrevivan durante más de tres años, en el caso de los emprendedores más jóvenes tan solo lo supera el 28% de los proyectos, según datos del Informe GEM 2020.
Menores responsabilidades familiares. Es habitual que pasados los 55 años el tiempo dedicado al cuidado de hijos disminuya, lo que en general concede más tiempo y libertad para concentrarse en sus sueños empresariales. Esta variable puede verse condicionada por la necesidad de cuidar de sus mayores, padres y madres, principalmente.
Barreras del emprender sénior
No todo son ventajas. En Emprendimiento en la Tercera Edad: una revisión de la situación actual, el profesor chileno Felipe Oelckers identifica las principales barreras a las que se enfrenta el emprendedor sénior:
- Discriminación por edad o edadismo. Oelckers defiende que la sociedad aún mantiene la percepción de que los adultos mayores no deben involucrarse en actividades económicas y laborales, por lo que los proyectos impulsados por adultos mayores se enfrentan a un clima social y empresarial poco favorable.
- Deficiencias en la adquisición de nuevas habilidades. Las más evidentes en la actualidad son las relacionadas con la digitalización, conocimiento y uso de nuevas tecnologías.
- Acceso al capital social. Desde empleados y socios a mentores o consejeros, el profesor alude a los problemas para captar un talento más joven que crea y se sume al proyecto. Esta dificultad se acrecienta cuando el sénior emprende en una actividad en la que no ha trabajado previamente.
- Desincentivos financieros. El emprendedor sénior que necesita financiarse en el mercado encuentra mayores dificultades para sostener su proyecto.
- Pérdida de beneficios sociales o pensiones. En algunos casos la actividad económica que decide emprender el adulto limita o peligra el acceso a ayudas públicas de las que ya disfruta o espera hacer.
La salud, la falta de programas específicos de apoyo institucional y la necesidad de rentabilizar en el corto plazo su emprendimiento son otras de las barreras a sortear.