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26 julio 2019

La importancia de la inteligencia emocional en la Abogacía

Nos permite interactuar adecuadamente con los demás, enfrentarnos a los problemas de una forma positiva, resolver situaciones de conflicto, trabajar en equipo, tener empatía, fortalecer vínculos… Además, puede ser entrenada y mejorada.

¿Eres abogado y alguna vez has sentido que una situación te desbordaba? ¿Has tenido malentendidos con clientes o compañeros de trabajo? ¿Has sufrido estrés o vivido momentos de tensión en tu profesión? ¿Te afectan las críticas o las discrepancias? ¿En algún caso te ha resultado difícil ponerte en el lugar de tu cliente?

La piedra angular de la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer los sentimientos, propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. En el propio término, que acuñó Daniel Goleman en 1995, podemos percibir la importancia que tiene el desarrollo de las habilidades sociales en el trabajo de cualquier abogado, que día a día se enfrenta a problemas y decisiones donde la empatía para conectar con sus clientes y colegas es esencial.

Además, las habilidades sociales que desarrollamos a través de la inteligencia emocional nos llevan a mejorar el equipo de trabajo y el clima laboral en el despacho. Quizás por ello, en los últimos años algunas firmas legales están llevando a cabo iniciativas internas para incorporar procesos de aprendizaje social y emocional a sus equipos.

Los cinco componentes

Según Goleman, hay cinco componentes principales de la inteligencia emocional:

  1. Autoconocimiento emocional o consciencia de uno mismo: nos permite conocer nuestros propios sentimientos y orientarlos. Ser conscientes de nuestras virtudes nos permitirá potenciarlas y, además, identificar y mejorar nuestros defectos.
  2. Autocontrol emocional o autorregulación: es la capacidad de controlar nuestros sentimientos en cada momento, algo que en nuestra profesión resulta esencial.
  3. Automotivación: implica fijar la atención hacia un objetivo en lugar de hacerlo en los obstáculos. Ello nos permite, por ejemplo, tener capacidad para encontrar distintas salidas a un problema.
  4. Reconocimiento de emociones ajenas o empatía: nos permite detectar lo que necesitan o quieren los demás; es fundamental para las relaciones sociales y, por supuesto, para el abogado, cuya labor es ponerse en los zapatos de su cliente.
  5. Relaciones interpersonales o habilidades sociales: todos necesitamos sentirnos parte de un grupo; estas habilidades nos permiten (junto con la empatía) ser capaces de manejar las relaciones con los demás, buscando siempre llegar a buen puerto. No es casualidad que sea la última de la lista, ya que las anteriores combinadas dan como resultado mayores habilidades sociales.

Si desarrollas la inteligencia emocional, podrás…

  • Conocerte mejor a ti mismo y a tus emociones, potenciar así tus fortalezas y mejorar las debilidades.
  • Ser capaz de conocer y entender con mayor facilidad lo que tus clientes buscan o necesitan.
  • Crear un vínculo de confianza con tus clientes y compañeros de profesión.
  • Desarrollar estrategias basadas en el conocimiento y valores de tu cliente y del resto de personas que se enfrentan en un juicio.
  • Gestionar los conflictos más fácilmente.
  • Liderar los equipos de trabajo, motivando al resto de personas y sacando lo mejor de ellas.
  • Generar un clima positivo y motivador de trabajo en tu despacho.

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