Emprendimiento y abogacía: dos pilares para un gran futuro

Un 90% de abogados y abogadas son autónomos, algo que por sí mismo no les convierte en emprendedores. Para poner un poco de luz en este cruce de caminos en el que muchos juristas ponen el punto de mira, Mutualidad para la Abogacía ha reunido en un directo de Twitch, en el 9º encuentro de su plataforma Mutuaverso, a dos expertos como Jesús Gavilán Hormigo, abogado y mediador en Ius Aequitas Trial Lawyers y embajador en el programa #MutualidadLover, y Andrea Mendiola, vicepresidenta de Jóvenes Juristas y socia directora del despacho de abogados Mendiolaw.

¿Qué es lo que hace que una persona sea emprendedora? Andrea Mendiola recurre a la pequeña pantalla y pone como ejemplo a Paquita Salas, una luchadora que simboliza lo maravilloso de ser autónomo y que en el punto más bajo de su carrera pone en su bio de Twitter: “No soy autónoma, soy una superviviente”. Para Andrea, este personaje es la emprendedora por excelencia, “una mujer que ha entrado en un mundo muy competitivo, en el tema de la gestión de actores, muy chapada a la antigua pero que, gracias a su persistencia y, muchas veces, a su falta de vergüenza, llega a la cima”.

Pero, ¿hay un gen del emprendedor?, ¿el emprendedor nace o se hace? Hay personas a las que por su naturaleza rebelde parece que no les queda otra opción. Sin embargo, otros prefieren que les manden y les orienten. “No creo que una opción sea la panacea y la otra no. Para algunos es, simplemente, la única que queda”, señala Andrea, y matiza a continuación: “Es una comparativa muy fácil: sales de la carrera, con las prácticas, sin cobrar, con las del Máster, sin cobrar, te plantas en los 24 o 25 años sin experiencia laboral y empiezas a trabajar en un despacho que te va a pagar una miseria para llevar cosas tipo, sin gran dificultad, porque si no las llevaría tu supervisor. Cuando empiezas a tocar tus propios casos, ya estás en los 35 años y, probablemente, poniéndote por primera vez la toga que tienes guardada con el plastiquito del Consejo General de la Abogacía Española”.

La otra opción sería salir de la carrera, hacer el Máster de Acceso a la Abogacía, y con 23 años comenzar a ejercer por tu cuenta: “Si sales con 23 con 24, ya estás con tu primer juicio, poniéndote la toga sin el plastiquito, enfrentándote tu solo al peligro y a la sala, que es lo que nos gusta a los abogados ejercientes: ir, batallar, moverte por el juzgado. Es divertidísimo. A los 35 años, ese autónomo ya habrá llevado muchos casos y habrá aprendido a promocionarse, sabrá de impuestos para evitar delegar en un tercero… Yo, por ejemplo, llevo mi propia contabilidad. Con todas esas competencias adquiridas a esa edad, ya te puede venir el caso más importante de España que lo compaginarás con hijos, vacaciones…, lo que quieras. La otra opción también es buena, pero tienes que tener la suerte de encontrar un despacho que apueste por ti, aunque es probable que tu carrera profesional se dilate mucho tiempo antes de encontrar tu esencia en esa especialidad en la que te quieres centrar”.

 

Sobrevivir y crecer

La motivación personal de un autónomo para iniciar este proceso suele ser algo tan simple como existir, sobrevivir y crecer, que para muchos es la única alternativa viable, al menos los primeros años. “Hay personas que se pueden permitir pasar mucho tiempo de becario o becaria cobrando 50 euros al mes. No bromeo, conozco algún caso real”, asegura Andrea antes de entrar en la consideración de esa fina línea, para algunos, muy gruesa para otros, que separa el fracaso y el éxito. “Considero que en el mercado privado el hecho de haber emprendido, aunque hayas fracasado, es sintomático de éxito. Es decir. Un bufete gigante quiere que tú le traigas casos, le resuelvas las cosas, no molestes y si además sabes captar clientes, algo que siendo autónomo ya has hecho por tu cuenta, mejor que mejor, porque tienen un socio a precio de un trabajador. Así que, si fallas como autónomo, vuelve al mercado privado y allí tendrás un sitio”.

Es, precisamente, la necesidad de tener que llevar todo el caso, la atención al cliente, la organización de la demanda, el recurso de apelación, la contabilidad, las facturas, lo que, para Jesús Gavilán, te convierte en abogado. Una apreciación que Andrea comparte.

La sociedad española no asimila bien lo que entiende como fracasos y tiende a taparlos. Según Jesús, en otros lugares como América, toda esa experiencia suma y enriquece, y puede formar parte de tu currículum. Por eso plantea la posibilidad de que la ausencia del “gen emprendedor” pueda responder, más bien, al sistema educativo, que puede llevar a situaciones, por ejemplo, de

sobreformación. En este sentido, Andrea apunta: “La formación está bien. De hecho, a mí me encantan los idiomas y estudié en el ICAM, pero no significa que le vayas a sacar un beneficio directo a todo lo aprendido. ¿Me sale más a cuenta estudiar inglés o hacer un curso, por ejemplo, de marketing? Tal vez conviene seleccionar aquello que sea importante para ti. Yo, por ejemplo, hice alemán jurídico y no lo he hablado desde que saqué el título porque no tengo clientes extranjeros. Quizás me hubiera venido mejor una mayor formación en impuestos”.

 

El miedo como principal obstáculo

El miedo es uno de los principales enemigos del posible emprendedor, también en el ámbito de la abogacía. No tener un local, un logo, un buen equipo; el temor a enfrentarse a todo ello solo o sola, es uno de los principales obstáculos para iniciar un proyecto. Es un error muy humano y que nos amenaza a todos, pero conviene afrontarlo con cierto pragmatismo y echar algunas cuentas que recuerda Andrea: “La ley nos da la opción de pagar 60 euros al mes durante los primeros 14 meses. Con un sólo caso que lleves en todo un año, por sencillo que sea, vas a cobrar 1.000-1.500 euros, precio de mercado, por ejemplo, en casos sin complicaciones de Familia. Con eso ya pagas tus autónomos un año y pico”.

Tampoco hace falta muchas cosas para emprender; de inicio, no es imprescindible ni siquiera un local. Se puede acudir a lugares de reunión gratuitos en los colegios profesionales, los colegios de origen, en las salas de los juzgados. Y también está el coworking, matiza Andrea. Respecto al obstáculo de no disponer de un equipo de partida, “empieza tú y luego ya irás encontrando a tu equipo por el camino” afirma la abogada. Las relaciones laborales y el intercambio de casos que unos controlan y otros no, con el tiempo pueden ir dando forma a ese equipo.

En cualquier caso, se entiende el miedo: “Cuando te rompen el corazón, te lo rompen otros, pero cuando fracasas, fracasas tú” señala Andrea. “Sin embargo, emprender nunca es un fracaso, aunque la cosa salga mal. Y siempre hay dos opciones: el mercado privado o emprender. Siempre hay gente que te puede poner pegas en este proceso. El consejo de Andrea es que “si encuentras reticencias para emprender en tu entorno más próximo, pregúntales si su opinión sería la misma si les dices que vas a pasarte los próximos diez años cobrando 1.200 euros por 12 y 14 horas en cierre de impuestos. Si les parece bien, su opinión no merece tu atención; si les parece mal, diles que tu otra opción es emprender y que siempre tendrás la oportunidad de entrar en un gran despacho. Hay una gran rotación y vas a entrar en esa rueda”.

 

Estructura ligera

Para emprender en el sector de la abogacía, no es necesaria una estructura más allá de un ordenador y un móvil, algo de lo que casi todo el mundo dispone. La contrapartida es la falta de subvenciones, mucho más habituales en otros sectores y que resulta más paradójica si se considera que con un 90% de la profesión ejerciendo por cuenta propia este puede ser uno de los sectores con más autónomos del mundo.

Hay que estar atento a las ayudas a la financiación de autónomos. En algunas comunidades, como Cataluña, hay ayudas al emprendimiento en el primer año que oscilan entre los 5.000 y los 10.000 euros, pero se agotan, hay un número limitado y se otorgan por sorteo. Jesús Gavilán apunta también hacia otras ayudas muy interesantes y con origen en Europa, las denominadas Kit Digital. La cuestión es ir buscando en internet según la necesidad que se tenga.

 

Iniciativa “Soy autónomo”

La Mutualidad de la Abogacía promueve la iniciativa #SoyAutónomo que incluye prestaciones tan interesantes como el Lab de Emprendimiento Jurídico, donde se ayuda a los estudiantes. Un lugar que, para Andrea, acoge la clave del emprendimiento: “Ahí es donde tenemos que ir, ahí está la clave. En el momento en que terminan la carrera e inician su vida profesional es cuando a esas personas se les puede decir que pueden emprender o que quizá tienen una buena idea”.

Desde hace unos meses está vigente la ley Crea y crece, que permite, por ejemplo, iniciar una empresa con un capital social de un euro en vez de los 3.000 que hasta entonces se precisaban. Una ley que, a juicio de Andrea está muy bien en algunos aspectos, pero se queda corta en otros, ya que no parece especialmente destinada al sector de la abogacía. La jurista considera que, en el tema notarial, resulta muy caro hacer una modificación, algo que es muy necesario cuando se está empezando.

 

Seguridad económica y emprendimiento

Para Andrea es imposible hacer una planificación económica real que se pueda cumplir siendo autónomo: “No conozco a nadie que me diga que el IVA siempre le sale cero y que siempre sabe lo que cobra. Entre los autónomos la seguridad económica no existe”, asegura “aunque hay truquitos como las cuentas de ahorro, que recomiendo para una planificación económica. Por otra parte, está demostrado que tampoco un asalariado tiene su futuro económico asegurado”.

Precisamente, esa volatilidad de los recursos y el hecho que uno solo responda de sus errores ante sí mismo, invita a una especial preparación psicológica y una cierta resiliencia. Se trata, según Andrea, de “asumir la culpa solo cuando la tengas, ponerte las medallas cuando algo funcione y revisar, pero en positivo, lo que no funcione”. En cuanto al éxito, “solo llega si te tomas las cosas con humor, eres valiente y lo intentas. Un ejemplo increíble para mí fue el de Delia, de Vestalia Abogados, una gran amiga que comenzó llenando su despacho con los muebles reinventados que tenía de su habitación cuando era pequeña, que hizo un enorme esfuerzo económico para poner en una línea de autobuses su cara y su bufete sin que le reportara cliente alguno y que, sin embargo, se quedó con todo lo positivo de la experiencia. Y a día de hoy ve como el suyo es uno de los bufetes de referencia en Familia.

Respecto a Jóvenes Juristas, no es un emprendimiento, sino una asociación que junta muchos abogados jóvenes y estudiantes en perspectiva de ser juristas. “Empezamos los tres socios poniendo 20 euros cada uno, con una inversión individual que no llega al precio de un café. Yo no tenía ahorros y emprendí porque me entró un caso en Galicia y pensé que con lo que cobraría podría aguantar unos meses pagando los 60 euros de autónomos. Si yo lo he hecho y he sobrevivido, si Delia equipó su despacho con los muebles de su habitación de pequeña, casi cualquier persona con la motivación suficiente o sin la vergüenza suficiente, como Paquita Salas, puede hacer lo que quiera”, concluye Andrea.

 

La era digital

Otro de los aspectos que deben afrontar los emprendedores es la transformación digital, que aporta cada vez más herramientas, pero que implica la necesidad de gestionarlas y controlarlas. Los expertos asumen las redes sociales como maravillosos amplificadores de su labor y ven la necesidad de lanzarse. Sin embargo, añaden un matiz: “La abogacía sigue siendo un sector tradicional, y compartimos con los médicos nuestro color corporal, el azul. Somos los de la confianza, los del cariño, los que te vamos a cuidar, los de no te preocupes; y esta sensación, sin presencialidad, es muy difícil de transmitir. No debemos dejar de valorar el tema del boca a boca, la plaquita en la puerta, todas estas cosas tan tradicionales, incluida la vestimenta, que creo que al abogado le siguen sirviendo a día de hoy”.

Aun así, novedades como el teletrabajo han llegado para quedarse, y abre posibilidades de conciliación familiar imposibles hasta no hace tanto. De hecho, Jesús admite que “si no existiera dormiría hora y media menos y perdería tres horas diarias en trayectos”. Existen, incluso, aplicaciones que ponen a disposición de los abogados a otros compañeros solo para litigar, para que vayan al juzgado a decir lo que se les haya preparado. De este modo evitan, por ejemplo, largos desplazamientos que encarecen acciones relativamente sencillas.

 

Sinergias y tirar del carro

“Encontrar un buen equipo es fantástico. La llamada ‘triada de la verdad’ la conforman el de ventas, el técnico y el que sabe llevar el día a día de la empresa. Si encuentras esas tres personas, os lleváis bien, tenéis edades parejas, un estilo de vida e ideales compartidos, ese es tu equipo y vais a llegar muy lejos”, asegura Andrea. Si no encuentras a esas personas, es mejor empezar solo que no hacerlo. Lo peor que te puede pasar es que fracases, pero eso pasa en la vida muchas veces, y no tiene que ser algo negativo. Conviene encontrar compañeros de profesión que podáis ayudaros mutuamente: buenos laboralistas, buenos civilistas, buenos especialistas en familia, en extranjería. Los puedes encontrar entre compañeros de facultad, en los grupos de formación, en grupos de abogados en los mismos colegios, sobre todo de agrupaciones jóvenes, aquí en el AJA Madrid, o en Barcelona en las agrupaciones, por ejemplo en Mutualidad, donde también hay grupos de jóvenes y charlas entre ellos.

Para colaborar con despachos se puede empezar entrando en los grupos de abogados de Whatsapp, Instagram, Twiter. Hay multitud de organizaciones. Conviene acudir a las charlas, a los afterworks de nuestro colegio profesional, y conocer a todos los compañeros que se pueda. Es positivo ir a los congresos de las materias que interesen. El boca a boca sigue siendo poderoso. Si eres extranjero y llevas extranjería, tendrás buenas oportunidades. “Aquí se paga una pasta por trámites que a veces no se debería”, señala Andrea. “Yo derivo temas de extranjería porque me da un miedo terrible, pero sí que veo sus consultas habituales”. La ley de extranjería ha cambiado y aunque hay muchos trámites que los extranjeros pueden hacer sin abogado, recurren a los servicios jurídicos porque el sistema es complicado. No hay ningún trámite burocrático que sea fácil y los abogados de extranjería, en relación al tiempo que invierten, están muy bien pagados.

 

¿Dificultades de género?

Respecto a la posibilidad de diferencias por el género dentro del sector, Andrea en principio solo aprecia las derivadas de la maternidad: “Conozco a muchísimas mujeres que están emprendiendo con deseo de ser mamás o que ya lo son y lo pasan terriblemente mal, porque a un bebé hasta los tres o cuatro años no lo puedes separar de su madre, y para las personas que necesitan moverse mucho, como nos sucede a los autónomos, si no tienes un muy buen apoyo o una buena red, lo de tener una criatura es casi imposible. A eso se suma la culpabilidad de pensar que no puedes llegar ni como profesional ni como mamá. Hay un punto muy crítico en la mujer emprendedora de los 35, justamente por los deseos de maternidad. Fuera de ese espacio, la única dificultad que puedo ver es que, posiblemente por una asunción tradicional de roles, las mujeres somos más temerosas a la hora de emprender”.

Jesús, por su parte, celebra los cambios que le han llevado a poder disfrutar de su permiso de paternidad de 16 semanas, y el hecho de que, pese a la herencia y a un bagaje tradicionalmente negativo, las cosas están cambiando hacia una igualdad más real entre hombre y mujer, algo que, además, se necesita para emprender.

 

 

 

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