Por Julio Fernández.
Hay dos vías para circular por la autopista del emprendimiento: por cuenta propia, creando una empresa o despacho de abogados en el caso del sector de la abogacía o por cuenta ajena, volcando todas las habilidades emprendedoras y profesionales en bufetes ya constituidos. A esto último se le llama intraemprendimiento. Éste es el caso de María Vidal-Pardo del Río: entró en Uría Menéndez en 2001 y una década después es socia, –con solo 35 años– de este destacado despacho de abogados. Premio Mejor Abogada Joven 2020 por el diario Expansión, en esta entrevista nos muestra su perfil más emprendedor.
Te incorporastes a Uría Menéndez en 2010 y desde este mismo año eres socia del despacho, ¿cómo ha sido tu trayectoria estos últimos 11 años?
La verdad es que una de las ventajas de Uría Menéndez es precisamente el tener un plan de carrera muy claro desde que te incorporas al despacho, por lo que te diría que mi trayectoria se puede resumir en haber “ido por el libro” durante todos estos años, completando las etapas diseñadas y cumpliendo los objetivos y retos de cada una de ellas. Al final, se trata de ir haciendo en cada etapa un perfil de abogada cada vez más completo; los primeros años más centrados en las habilidades técnicas y los últimos en el liderazgo de operaciones, la gestión de equipos y de clientes. También he tenido la oportunidad de una experiencia internacional de seis meses en el despacho inglés Slaughter and May (2014), así como de una estancia de siete meses en el Departamento Jurídico del Banco de España (2012), lo cual me ha servido para completar la visión de esta profesión desde distintos ángulos.
¿Qué responsabilidad asumes en esta nueva posición?
Podría decirse que, al menos por el momento, el día a día de mi trabajo no es muy distinto al de los últimos años como asociada principal. La gestión de los asuntos de cara al cliente no cambia. No obstante, en conjunto, sí hay una clara percepción de una mayor responsabilidad en la contribución al éxito colectivo de la firma y al mantenimiento de su legado. La idea rectora de la responsabilidad de un socio es la de contribuir, desde todas las perspectivas, a dejar un despacho mejor que el que hemos recibido.
“La idea rectora de la responsabilidad de un socio es la de contribuir a dejar un despacho mejor que el que hemos recibido”.
Además de licenciada en Derecho, eres licenciada en Administración y Dirección de Empresas ICADE, premio extraordinario, por la Universidad Pontifica de Comillas. Sumas el conocimiento jurídico con el de la gestión de empresas. ¿Qué te aporta esa combinación en tu labor como socia de Uría Menéndez?
Los conocimientos financieros y empresariales han sido muy útiles desde el inicio de mi carrera: permiten conocer y entender mejor el funcionamiento de nuestros clientes, las motivaciones de las operaciones y su estructura, las dinámicas de estas, etc. Incluso desde un punto estrictamente técnico-legal, las habilidades matemáticas o financieras contribuyen a desarrollar la habilidad de redactar de forma clara cláusulas de un complejo contenido económico. Por supuesto, esa tipología de conocimientos también es de utilidad a efectos de la gestión interna de cualquier despacho colectivo.
En 2020, el diario Expansión te otorgó el Premio en la categoría de Mejor Abogada Joven. ¿Qué pensastes al recoger el premio?
La primera reacción fue, obviamente, de sorpresa, puesto que el ganador no se conoce hasta el propio acto de la entrega de premios. El sentimiento inmediatamente siguiente fue de gratitud por el reconocimiento. Es una enorme recompensa al esfuerzo y constancia de años de trabajo y produce gran alegría el percibir que ese trabajo es valorado por clientes, colegas de profesión y el sector empresarial en general.
Resiliencia, liderazgo, no aversión al riesgo, gestión de equipos, proactividad, capacidad de análisis… ¿con qué habilidades te identificas?
Creo que un abogado completo tiene que tener un poco de todas ellas, en mayor o menor medida. De las que mencionas, me identifico particularmente con la proactividad y capacidad de análisis —a lo que añadiría capacidad de innovación—, por un lado, y con la gestión de equipos, por otro. Creo que son un muy buen tándem para entregar un producto de calidad a los clientes.
“En nuestro sector, el principal rasgo definitorio frente al emprendimiento es que el foco del negocio está en el cuidado de intereses ajenos, más que el desarrollo de una idea o producto propio”.
El ejercicio de la abogacía lleva implícito el emprendimiento como salida profesional por cuenta propia –montando sus propios despachos o servicios jurídicos– o como emprendimiento por cuenta ajena o intraemprendimiento. ¿Cómo definirías este ecosistema tan característico del sector?
Efectivamente, es un ecosistema muy particular. Creo que el principal rasgo definitorio frente al emprendimiento, quizás en el sentido más tradicional del término, es que en el sector de los servicios legales, el foco del negocio está el cuidado de intereses ajenos, más que el desarrollo de una idea o producto propio. Por ello, en lugar de delimitar las categorías de salidas profesionales por la propiedad de los medios (cuenta propia vs. cuenta ajena), creo que es más distintiva la delimitación entre abogados internos o de empresa y abogados externos, con independencia de si el abogado externo desarrolla su actividad por cuenta propia o ajena. En la práctica, el asociado de un despacho y el socio prestan el mismo servicio a los clientes y se guían por los mismos estándares profesionales.
¿Existe una manera de emprender o de ejercer la abogacía en femenino?
Hay muchos estilos para ejercer la abogacía, tanto en el colectivo de las mujeres como en el de los hombres, y creo que no hay una única fórmula de éxito. Es más, dentro de un despacho colectivo, es fácil observar cómo existen distintos modelos de equipo o distintas dinámicas de trabajo, y es perfectamente posible identificar referentes con estilos de liderazgo muy distintos entre sí, con independencia de que sean hombres o mujeres. Por tanto, me resulta difícil poner una etiqueta de un único modelo del ejercicio en femenino. Al extremo, podría decirse que existen casi tantas maneras de ejercer la abogacía como abogados hay.
“Me identifico particularmente con la proactividad y capacidad de análisis, capacidad de innovación y la gestión de equipos. Creo que son un muy buen tándem para entregar un producto de calidad a los clientes”.
Más allá de los habituales servicios jurídicos (Civil, Penal, Mercantil, etc.), ¿crees que el sector de la abogacía ofrece nuevas oportunidades para emprender o desarrollar profesionalmente una carrera en el ámbito de la transformación digital y las nuevas tecnologías?
Por supuesto, aunque no se trata de un área del derecho desgajada del resto, sino que imbrica a todas esas áreas tradicionales que mencionabas. Por otra parte, además del asesoramiento jurídico en estas materias, también hay cada vez más iniciativas en el ámbito de la creación de herramientas de inteligencia artificial de apoyo a la profesión legal.
El informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2020-2021 indica que más de la mitad de las mujeres emprendedoras (54%) manifiesta miedo al fracaso a la hora de emprender, ¿qué valor le das al aprendizaje de los errores?
El miedo a lo desconocido o a aquello que supone un nuevo reto creo que es algo que no es posible eliminar por completo de la personalidad de uno mismo. Lo que sí se aprende con la experiencia —y con los errores— es a gestionar ese “miedo” y enfocarlo de manera positiva. También se aprende a gestionar mejor los errores en sí mismos: centrarse en su solución y, más que lamentarse, sacar conclusiones prácticas para evitarlos en el futuro. En todo caso, reconozco que en nuestro entorno profesional el nivel de exigencia es altísimo —y el de autoexigencia es, a veces, incluso mayor— y que somos bastante dados a “autoflagelarnos” con nuestros fallos, por pequeños que en ocasiones puedan parecer. Es inevitable, aunque siempre hay que tratar de poner las cosas en perspectiva.
“Los conocimientos financieros y empresariales han sido muy útiles desde el inicio de mi carrera, y son útiles en la gestión interna de cualquier despacho colectivo”.
¿Qué aptitudes y actitudes destacarías del talento de las abogadas jóvenes como tú?
Me temo que tenemos algunas nuevas promociones de abogadas que no creo que me vean tan “joven” como ellas… Bromas aparte, una actitud de las abogadas que destacaría es que creo que cada vez más tenemos la sana ambición de apostar por nuestras carreras, sin apriorismos sobre las renuncias que pueda conllevar en cada momento y sin miedo a ir cambiando, poco a poco, determinados patrones culturales que hacían —y hacen— difícil el ejercicio de esta profesión. En cuanto a aptitudes, talento siempre ha habido y habrá, y creo que en este caso las habilidades son comunes a los abogados de una misma generación, con independencia de su género.
¿Qué consejos darías a una joven recién licenciada en Derecho que esté buscando ejercer la profesión montando su propio despacho?
Creo que mi principal consejo, aunque pueda sonar contrario al emprendimiento, sería que primero adquiriese cierta experiencia de la profesión en algún despacho o empresa. La profesión de abogado es muy singular en este sentido y creo que no es posible equiparla a otras. Es una profesión que se basa en la confianza de los clientes, y una parte muy importante para generar esa confianza es la experiencia previa. Los estudios universitarios son básicos para desarrollar el conocimiento teórico del derecho y aprender las herramientas para la constante actualización de ese conocimiento, pero no te preparan para el ejercicio de la abogacía en la vida real. Y no es una crítica a los planes de estudios; simplemente lo veo como fases diferentes, y ambas necesarias, del aprendizaje.
¿Y la de emprender por cuenta ajena (intraemprendimiento) desarrollando su carrera profesional en grandes bufetes?
En este caso, mi primer consejo sería que se esfuercen al máximo, que sean exigentes consigo mismas y solidarias con sus compañeros, sin individualismos. También que sean observadoras. Una de las mayores oportunidades que ofrece el desarrollo de la carrera profesional en un gran bufete es la generación de un entorno en el que aprender de los que te rodean y, cuanto mejor sea ese entorno, mayores oportunidades de aprendizaje habrá.