Se mantiene la estabilidad en los mercados de activos

Con buena parte de la atención inversora pendiente de la evolución de las variables macroeconómicas, la realidad es que, la semana pasada, la tónica general ha sido la aparición de datos suficientemente buenos como para mantener el optimismo en los mercados...

… y suficientemente tenues como para evitar una explosión de expectativas inflacionistas. En suma, unos números perfectos para mantener la calma en los mercados… al menos de momento.

Parece evidente que la realidad económica mundial establece una clara separación entre el ciclo estadounidense (no digamos el chino) y el europeo. En el caso de Norteamérica es más que probable que a finales de este año tengamos ya datos absolutamente pre-covid. No parece que eso sea posible en Europa en su conjunto antes de bien entrado el 2022. Eso tiene como consecuencia una dicotomía en las actuaciones que van a realizarse desde los bancos centrales respectivos.

Y es que si, en EE.UU., la Reserva Federal está ya inmersa en disquisiciones internas, acerca  de cómo y cuándo iniciar una retirada de estímulos progresiva, que ya nadie pone en duda, las autoridades monetarias europeas continúan tirando balones hacia adelante en relación a este mismo caso. Parece evidente que Christine Lagarde no quiere echar un jarro de agua fría en el proceso de recuperación del Viejo Continente cuando, de hecho, ni siquiera los fondos aprobados para estimular las economías del área euro han comenzado a implementarse. En ese sentido, es poco probable que esta semana, en su reunión, el BCE anuncie ninguna medida nueva, ni en un sentido ni en otro.

Como no podía ser de otra forma, la falta de avances significativos en la parte alta de los datos macro, pero el buen tono general de los mismos tiene un efecto sobre los mercados que podemos calificar de razonablemente positivo: sin expectativas de inflación desbordante, las rentabilidades de la deuda han parado su proceso de empinamiento, que contemplamos en los meses de marzo y abril. Con ello, las expectativas de beneficios empresariales, sólidas, más que compensan los posibles efectos negativos sobre el multiplicador. Es decir, la renta variable se mantiene bien.

Para los próximos días quedan, sin embargo, referencias macroeconómicas importantes. Sin duda, la máxima atención la tendrá la publicación del dato de IPC estadounidense. Recordemos que el último nivel publicado fue el 4,2% (3% el IPC subyacente). Para esta nueva cita se prevé que la inflación escale al 4,7% (3,4% subyacente) algo realmente extraordinario, que refleja no solo un efecto base importante y una gran aceleración económica, sino también determinados cuellos de botella, propios de una expansión fulgurante. Lo más relevante será contemplar si estas expectativas se cumplen…y si no lo hacen, observar si es por la parte baja (algo que el mercado probablemente valoraría positivamente) o por rebasar las previsiones. En este caso, podemos ver tensiones en los bonos, de nuevo.

Por todo ello, mucha expectación en un entorno, por otra parte, razonablemente optimista, que se une a la buena marcha de las campañas de vacunación a nivel global. En suma, un proceso de normalización que, a medio plazo, no debe sino conducir a rentabilidades bajas, pero algo por encima de los niveles actuales, en las distintas curvas de deuda. Mientras los bancos centrales telegrafíen bien sus políticas, nada especialmente extraordinario. En el corto plazo, todo depende de la inflación. Por tanto, razonable prudencia.

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