Con toda probabilidad, el tema más en boga actualmente y con más implicaciones para el inmediato futuro tiene que ver con el comienzo de la vacunación contra el Covid y todas sus implicaciones logísticas, sanitarias y, por supuesto, económicas. No cabe duda que es impensable una completa normalización de la vida económica si no existe una vuelta a la normalidad social, o a algo muy parecido. Como decíamos hace unos días, los mercados están anticipando un 2021 de fuerte crecimiento macroeconómico, a nivel agregado, en clara contraposición al año que finaliza. Ello se basa en esencia en la previsión de éxito en la lucha contra el coronavirus, derivado del uso pronto e intensivo de vacunas eficaces. Todo hace pensar que esta senda será recorrida de manera paulatina en el primer semestre del nuevo año.
El segundo asunto en orden de importancia tiene que ver con la actualidad geopolítica que, junto con las noticias de conformación de la nueva administración estadounidense, trae al presente un viejo conocido: El Brexit. Por enésima vez se reúnen el premier británico Sr. Johnson con la presidenta de la Comisión Europea, Sra. Von der Leyen, con una posible “salida dura” del Reino Unido como objetivo a evitar. En los últimos años han cambiado los protagonistas del encuentro pero no la cuestión de fondo. Por seguir la costumbre, y en ausencia de nuevos catalizadores, el mercado interpreta que, finalmente, habrá un acuerdo de mínimos que lleve a otro punto muerto, a resolver más adelante… ya veremos con qué protagonistas y con qué desenlace final… si es que existe un final para este tema.
En un plano más inmediato, la reunión del BCE marca el curso de esta semana semivacacional en España. Son de esperar nuevas medidas monetarias por parte de la institución monetaria europea, de manera particular en el programa de compra antipandemia (PEPP) y en las subastas de liquidez para mejoras del crédito (TLTRO). El marco de fondo es la pérdida de impulso económico en el último tramo del año. En ese sentido, buena parte de la atención estará centrada en las previsiones macroeconómicas que proyecte Lagarde para 2021. Una Lagarde que ya ha comentado lo extremadamente importante que es, a su juicio, aprobar de manera inmediata el fondo de recuperación europeo. Algo que probablemente ocurra en los próximos días, ante la fuerte presión que Alemania está ejerciendo sobre Polonia y Hungría, los países que vetaron la implementación de este plan en el mes de noviembre.
Por todo ello, los mercados siguen mostrando un tono razonablemente optimista, por lo que respecta a la renta variable que mira al futuro con razonable entereza. Por su parte, la deuda pública ha abierto una brecha dicotómica entre unos EE.UU., con signos de cierta normalización en su inflación, que incide en unas rentabilidades al alza de sus bonos del tesoro, y una Europa donde las rentabilidades de la deuda se siguen hundiendo, de la mano de la previsión de incremento de las políticas monetarias expansivas que comentábamos en el párrafo anterior, y de una inflación inexistente. Con estos mimbres, lo más deseable sería mantener la estabilidad de aquí a final de año, si no con sorpresas positivas, sí al menos con ausencia de especiales escollos. Algo que tiene no poco de deseo, especialmente en un año tan complejo como el que aún queda por terminar. Prudencia, por lo tanto.