Sanidad, economía y geopolítica

Los mercados financieros siguen manteniendo un elevado nivel de expectación en el tramo final de año, que se refleja en un repunte relevante de volatilidad, asociado a la incertidumbre de la nueva variante ómicron, a los datos de inflación y a un importante incremento del riesgo geopolítico tanto con Rusia, por la cuestión ucraniana, como con China, por el control de las aguas entre el gigante asiático y las islas de Taiwán y las Filipinas.

De momento, tras unos días en los que hemos rozado algo cercano al pánico bursátil, los principales índices de renta variable parecen rebotar desde niveles de soporte, en buena medida por la razonable confianza que se desprende de los primeros análisis de la nueva cepa de coronavirus. No obstante, aún es pronto para determinar el alcance de esta nueva ola, especialmente por lo que respecta a posibles restricciones a la movilidad. Sin duda, a muy corto plazo, este tema y en concreto la efectividad de las vacunas con la nueva variante, es absolutamente crucial para el devenir de los mercados de cara a fin de año.

En el orden macroeconómico, el informe de empleo en EE.UU., algo decepcionante en creación de puestos de trabajo, mostró una imagen favorable de reducción de paro y de mejora en la ratio de participación, algo que tiene especial interés, especialmente por lo que supone ir mejorando los consabidos “cuellos de botella” en el mercado laboral.

Por lo demás, la inflación se mantiene como la principal incógnita económica para los próximos meses. Los datos que se siguen publicando de precios sugieren que no va a ser tan coyuntural como inicialmente se preveía. En ese sentido, el propio Powell ha eliminado la palabra “transitoria” de su discurso, lo que da pie a que se empiece a descontar una subida más pronta y tal vez más intensa de tipos que la inicialmente prevista. En todo caso, es interesante revelar que esta inferencia está provocando algo de tensión en las rentabilidades a corto, pero no a largo plazo. En otras palabras, las curvas de tipos se están aplanando, lo que deja bien claro que el mercado da por hecho que estas posibles subidas de tipos no solo acabarán con la inflación sino también, probablemente, con algo del crecimiento futuro. Un punto muy importante para tener en cuenta en 2022, por su transmisión tanto a los mercados de renta fija como de variable.

Por si fuera poco, como comentábamos al principio, la inestabilidad geopolítica ha aumentado varios enteros, con tintes bélicos, en dos frentes latentes y cada vez más relevantes: Rusia y China. En el caso de Rusia, la tensión militar se ha disparado como consecuencia de la concentración de cien mil soldados rusos en la frontera con Ucrania. Es extraordinariamente improbable que la OTAN responda militarmente a una invasión rusa de la antigua república soviética. Pero, desde luego, podría resultar un antes y un después en las relaciones occidentales con el gobierno de Moscú. En ese sentido, también está en juego la crisis de los inmigrantes en Bielorrusia y el suministro de gas, algo vital en pleno invierno europeo. No está de más comentar que en el último año se ha producido un importante incremento del gasto militar occidental, lo que es un síntoma inequívoco de que, si no una nueva guerra fría, las cosas no terminan de ir bien.

En el caso de China, con los ecos de la guerra comercial aún vivos, se nos plantea un envite por el mar del Sur de China, de desarrollo incierto. No olvidemos que la alianza AUKUS no es sino una respuesta al nuevo desafío chino. Por lo que respecta a EE.UU., todo parece indicar que Asia y el Pacífico son su nueva prioridad estratégica, con un rediseño incluso de sus necesidades militares, más centradas durante los últimos años en la lucha contra el terrorismo fundamentalista que en el choque contra una gran potencia con capacidad nuclear. Un tema inquietante dado el poder no tanto militar sino económico del gigante asiático.

En resumen, muchos temas para preocuparnos, algo que nunca falta a un gestor, en un momento del año ciertamente complejo, con el cierre de ejercicio cercano y los volúmenes de contratación que, en breve, comenzarán a reducirse por efecto del ciclo vacacional. Por ello, no está de más la prudencia, si bien debe quedar claro que el trasfondo económico es ciertamente positivo lo que, en ausencia de problemas serios (agravamiento del Ómicron, incremento de la tensión militar) no debería tener efectos especialmente nocivos a corto plazo. En ese sentido, esperemos que podamos decir, como aquel hombre del que hablaba Churchill para el que “su vida había estado llena de problemas, la mayoría de los cuáles no habían existido en realidad”.

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