Apenas han pasado unos días desde que dejamos atrás 2020 y ya empiezan a tomar cuerpo para los mercados financieros los grandes temas que nos acompañarán en 2021. Como primer jalón encontramos el tramo final del proceso electoral estadounidense, que culminará el próximo día 20 de enero con la toma de posesión del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden. Previo a esto, en esta semana, se celebran las elecciones al Senado en Georgia cuyos dos representantes determinarán quién obtiene mayoría en la Cámara estadounidense: hasta ahora, el mercado descontaba que serían los republicanos los ganadores. Ahora, el resultado no está tan claro. Recordemos que una victoria demócrata constituiría un medio óptimo para allanar el camino a las propuestas del partido del nuevo presidente, que también tiene mayoría en el Congreso, sin apenas posibilidad de veto del partido republicano. Algo que los inversores no descontaban hasta ahora, y cuyo efecto final es incierto.
Por lo demás, la expansión de la pandemia sigue haciendo estragos a nivel global. En ese sentido, toma más importancia la celeridad de la campaña de vacunación. Es evidente que no va a ser un proceso rápido, mucho menos instantáneo, pero todo hace pensar que a medida que avance el año, la “nueva normalidad” será algo más que un deseo. Con ello volverá a ponerse en marcha la auténtica máquina económica que mueve el mundo: el consumo. En este sentido, será extraordinariamente importante la amplitud y eficacia de las políticas de impulso fiscal que implementen los distintos gobiernos. Para llegar a esa fase, es esencial que las empresas sobrevivan al duro invierno, lo que muchas no lograrán sin ayuda.
A los estímulos fiscales habrá que sumar, en las próximas semanas, la implementación de los estímulos monetarios que determinen los bancos centrales. En realidad, caben pocas dudas acerca de este apoyo. Para ser exactos, la falta del mismo supondría el colapso general de la deuda mundial, un auténtico suicidio económico. Nada hace pensar que esto puedo ocurrir. La cuestión es más bien de índole cuantitativa y cualitativa, es decir, cuánto dinero van a destinar a programas de ayuda monetaria y cómo lo van a implementar.
Por lo demás, 2021 se estrena con el Reino Unido al otro lado de unas aguas del Canal de la Mancha, más frías que las que hemos vivido durante una generación. No queda más que asumir la realidad y esperar que el tiempo determine hasta qué punto el Brexit, parafraseando a Winston Churchill, constituye al mismo tiempo un error y una desgracia.
De momento, y en espera del desarrollo de los grandes temas mencionados, primera semana cargada de datos macroeconómicos relevantes, destacando especialmente el informe de empleo en EE.UU., como indicador retrasado, y el ISM no manufacturero, como indicador adelantado. Por más que el polo de poder mundial esté girando en buena medida del Atlántico al Pacífico, Norteamérica es y va a seguir siendo durante muchos años el principal referente de la economía mundial. Por lo tanto, lo que ocurra allí en clave económica es esencial para todos y, de manera muy especial, para los mercados financieros.
Por todo ello, se abre una nueva fase que, como siempre, debe estar regida por la precaución, el realismo y la prudencia, pero también con actitud positiva hacia lo que debería ser el comienzo de una época mejor, en todos los órdenes.