#Mercados: Vuelven los bancos centrales

Los mercados financieros comienzan el curso escolar con las mismas asignaturas pendientes que dejaron abiertas en verano, muy matizadas, eso sí, por un mes de agosto en el que hemos visto un significativo cambio de sesgo con respecto al importante tema de la actividad económica, es decir, del crecimiento.

Pedro del Pozo, director de Inversiones Financieras en Mutualidad.

Los mercados financieros comienzan el curso escolar con las mismas asignaturas pendientes que dejaron abiertas en verano, muy matizadas, eso sí, por un mes de agosto en el que hemos visto un significativo cambio de sesgo con respecto al importante tema de la actividad económica, es decir, del crecimiento.

Y es que, en buena medida, las expectativas de subidas del PIB, singularmente en EE.UU., se han visto claramente alteradas -a la baja- de la mano de una serie de datos macro que han cambiado la perspectiva acerca del famoso “aterrizaje suave de la economía”, digamos hacia un aterrizaje menos suave. No se habla -al menos de momento- de una caída brusca o una recesión.  Pero sí de un viraje, claramente descendente. En esta línea estarían los dos últimos datos de empleo norteamericano presentados, especialmente el de comienzos de agosto, que provocó una fortísima caída bursátil, ayudada por un mini crack japonés (una ruptura en el famoso carry trade del yen) y por los bajos volúmenes de contratación, propios del mes. Unas caídas de las cuáles fueron recuperándose los índices…aunque con claros signos de cierta desconfianza en el comienzo de septiembre. Algo que podemos ver en estos días como una apreciable subida de la volatilidad del SP500, el VIX, el famoso “indicador del miedo”.

Adicionalmente, los últimos datos de ISM en EE.UU. y PMI en Europa esbozan un futuro alineado con este deterioro de la actividad económica. En este caso, el componente manufacturero se resiente mucho más que los servicios, a ambas orillas del Atlántico. Esto nos pone sobre aviso de una traslación de esta menor actividad industrial a la economía real en unos cuantos meses.

Es en esta circunstancia que nos encontramos con las primeras reuniones de los bancos centrales, tras el estío: este jueves tendremos al Banco Central Europeo. La semana que viene, Reserva Federal. En ambos casos, el consenso de mercado descuenta una bajada de los tipos de referencia de 25 puntos básicos, en línea no solo con esta percepción de falta de punch en el crecimiento, sino también con unos datos de inflación que muestran, tanto en Europa como en EE.UU., un camino convergente hacia la moderación.

No deja de ser paradójico y, en este caso, supone una buena anoticia, que las bolsas comiencen a reaccionar de manera “normal” a las noticias macro que se van publicando. Es decir, caen con malas noticias de actividad económica. No hace tanto, los buenos datos macro provocaban algo de distorsión en los mercados, de la mano de una mayor inflación esperada y, por ende, mayores tipos. Parece que esa fase se ha terminado. Esto nos dice, con cierta claridad, que los inversores nos encontramos ya imbuidos (física y mentalmente) en un proceso de bajada de tipos de interés. Solo queda por determinar la intensidad de estas bajadas…y aquí es donde pueden aparecer distorsiones.

No está de más recordar los fuertes cambios que desde hace tan solo un año -quién lo diría…parece más bien una década- ha habido en las expectativas de bajadas de tipos. Recordemos que en septiembre de 2023 estábamos marcando máximos de ciclo en las curvas de deuda (máximos en Euríbor, por ejemplo). De ahí pasamos a una sobreestimación de bajadas…que terminó en febrero, para dar paso a un escenario mucho más conservador en términos de flexibilidad monetaria. Ahora, la sensación es que otra vez se acelera la velocidad de bajada, con expectativas de hasta 125 o 150 puntos básicos de recorte para Europa y EE.UU., en un año.

Con la lógica prudencia que lleva tomar estas expectativas como ciertas, sí podemos hacer alguna inferencia clara: los tipos de interés están ya en fase de bajada. Con este escenario en mente, la renta fija se posiciona como el activo más atractivo, para comprar ahora, antes de que bajen -más- las rentabilidades y suba el precio (con el efecto positivo en valoración que ello conlleva para el que haya comprado bonos). En cuanto a la renta variable…mucha prudencia. Su evolución va a depender de cómo de agresiva sea la senda de aterrizaje económico. En ese sentido, las bolsas han estado moviéndose en zonas de valoración compatibles con el “mejor escenario posible” -buen crecimiento en un contexto de inflación conteniéndose-. En la medida que este crecimiento sea más moderado, no es de descartar que se produzcan nuevos ajustes a corto plazo. Y ojo, que decimos a corto…porque un marco general con tipos más reducidos, a medio plazo, es el caldo de cultivo más favorable para la renta variable. En ese sentido, caso de ver nuevas caídas que lleven los índices a zonas de soporte técnico, es muy posible que lo que los mercados nos ofrezcan sea una buena oportunidad de entrada. Para ello, no está de más esperar a ver los escenarios macro que nos dibujarán, en breve, los bancos centrales, que vuelven de vacaciones con una elevadísima expectación del ámbito inversor.

 

 

 

 

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