#Mercados: Venciendo a la inflación

A estas alturas de ciclo, no parece que haya muchas dudas acerca de qué variable macroeconómica es la auténtica estrella del momento, no solo para los analistas financieros sino, también de manera generalizada, para todos los ciudadanos. Efectivamente, se trata de la inflación.

A estas alturas de ciclo, no parece que haya muchas dudas acerca de qué variable macroeconómica es la auténtica estrella del momento, no solo para los analistas financieros sino, también de manera generalizada, para todos los ciudadanos. Efectivamente, se trata de la inflación.

No hace mucho tiempo, allá por 2021, la inflación incipiente era calificada por los bancos centrales como un fenómeno transitorio. A toro pasado, no pinta que haya sido así. El caso es que hay que remontarse varias décadas, antes de la introducción del euro, para encontrar datos similares a los actuales en los IPC´s mundiales.

Las razones para esta subida tan notable de los precios hay que buscarlas, en primer lugar, en los extraordinarios desajustes de oferta y demanda derivados de la puesta en marcha de las economías, tras el parón obligado del Covid (pensemos simplemente en la interrupción en el servicio de las navieras) y, en segundo término y para reforzar lo anterior, en el impacto sobre determinados mercados, significativamente las materias primas, del comienzo de la guerra en Ucrania.

Naturalmente -aunque como decíamos antes, de manera algo tardía- todos los organismos monetarios a nivel global han hecho de la lucha contra la inflación la parte esencial de sus políticas activas. Ello ha derivado en un ciclo de subida de tipos inusualmente acelerado. Hablamos de más de 400 puntos básicos en Europa y EE.UU. en un periodo apenas superior a 18 meses. Y es que la inflación, llegada a zonas de doble dígito, amenazaba con convertirse no solo en un mal de cierta permanencia, sino también en provocar, mediante una espiral de subida de tipos, esa palabra a evitar por todos los responsables de política monetaria, llamada estanflación.

Ahora nos encontramos en una fase claramente descendente de los precios: los dobles dígitos han quedado atrás, parece que definitivamente. De hecho, el último dato preliminar de inflación de la Eurozona ha caído seis décimas en junio hasta el 5,5%, su menor nivel desde el inicio de la invasión rusa. Con ello, encadena ya ocho meses de descensos.

Estos cambios son claramente perceptibles a nivel empresarial, no tanto a nivel ciudadano por el efecto acumulativo de las subidas. En todo caso, a modo de ejemplo, mi amigo Félix, que hace las mejores magdalenas del mundo -esto es solo una opinión hasta que se prueban-en mi pueblo, Villarrubia de los Ojos, vio cómo los precios del aceite pasaban, automáticamente con el comienzo de la invasión de Ucrania, de 0.9 a 3 euros el litro. El azúcar, de 0.95 a 1.8 euros el kilo. Y la harina, de 0.48 a 0.6 euros el kilogramo. Y eso, si se encontraba la materia prima, especialmente complicado en el caso del aceite de girasol, una importación clave de Ucrania. Hoy, los precios de estos productos están alrededor de 1.40, 1.28 y 0.60 euros respectivamente, es decir, más contenidos o, desde luego no más altos que tras el shock inflacionista derivado del conflicto bélico.

La reducción en los precios de las materias primas indicadas, unida a la bajada muy notable del precio del gas y el petróleo, están llevando a la inflación general a zonas, ni mucho menos de confort -a esto no se llegará hasta que alcance el famoso 2% que suele marcar el Banco Central Europeo y la Reserva Federal-, pero sí más comedidos. Dicho eso, estamos muy lejos de haber logrado la victoria contra los precios. Y no solo porque la inflación general siga moviéndose en niveles elevados: se debe fundamentalmente a que la inflación subyacente, la que no se ve influida por combustibles o alimentos no elaborados, sigue alta…y se resiste a bajar. De hecho, en el último dato de la Eurozona, subió una décima, situándose en el 5.4% para junio.

Por todo ello, es más que previsible que los bancos centrales sigan realizando subidas adicionales de tipos de interés, aunque el mercado ya descuenta que serán pocas en Europa (probablemente dos de 25 puntos básicos cada una), y tal vez solo una en EE.UU. Otra cosa será cuánto tiempo se mantendrán estos tipos en niveles elevados, algo que puede tener mucha importancia en términos de deterioro del crecimiento económico. Ello se refleja en las actuales curvas de deuda que siguen tensionadas y muy planas, cuando no negativas, un indicio claro de decrecimiento…o recesión. Mientras esto siga así, la renta variable tendrá que manejarse con cuidado, dependiendo de la evolución de la actividad. En cuanto a la renta fija, su perspectiva comprada en estos niveles es muy positiva…siempre que se venza a la inflación. Algo que estamos en vías de realizar, pero aún no completado del todo.

 

 

 

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