#Mercados: Un poco menos de euforia

Página casi en blanco para el ejercicio 2024, que se nos presenta lleno de dudas e incógnitas, pero también repleto de la ilusión que, desde la época escolar, tiene el estrenar un nuevo cuaderno.

 

Página casi en blanco para el ejercicio 2024, que se nos presenta lleno de dudas e incógnitas, pero también repleto de la ilusión que, desde la época escolar, tiene el estrenar un nuevo cuaderno.

Y decimos casi en blanco y no totalmente inmaculado por dos razones obvias: la primera, que ya llevamos algunas, pocas, sesiones de mercado. La segunda estriba en que, aunque queda un mundo por delante, el ejercicio viene preprogramado con una serie de datos que lo condicionan desde su inicio. Veamos con más detalle ambas variables.

Comenzamos con un disclamimer: media docena de sesiones no constituyen, ni mínimamente, una muestra representativa del tono general que tendrá un ejercicio. Mucho menos si tenemos en cuenta que los volúmenes de contratación no son los propios del curso natural. Una vez dicho eso, la realidad es que estos días, unidos a las últimas tres jornadas de cotización de 2023, representan un claro frenazo en la evolución del espectacular rally de bolsa y bonos vivido desde comienzos de noviembre pasado. Y si bien para la bolsa puede argumentarse que apenas ralentiza y que, además, nos encontrábamos en un momento de sobrecompra que pedía a gritos, si no una corrección, sí al menos algo de contención, en el caso de la renta fija el correctivo ha sido de cierta severidad: casi 35 puntos básicos en el bono español a diez años desde el 27 de diciembre, lo que pone a las claras, no tanto un cambio de sesgo inversor como una sensibilidad distinta. Desde luego, una menor euforia. Al menos, de momento.

Esta bajada de temperatura del mercado obedece al segundo de los factores enumerados más arriba: el bagaje con el que nace el ejercicio. Recordemos que venimos de unos meses en los que, casi de un día para otro, los agentes económicos pasaron de descontar tipos altos durante un largo periodo de tiempo, a bajadas del precio del dinero, tan rápidas e inminentes como el próximo mes de marzo. En ese sentido, los bancos centrales en primera instancia, y los datos macroeconómicos publicados -como es el caso del empleo en EE.UU.- han atemperado esta dinámica tan optimista de los inversores. Desde luego, no significa, ni mucho menos, un cambio de tendencia: la corriente de fondo sigue siendo la misma, es decir, reducción de la inflación, ralentización del crecimiento y, por tanto, comienzo del ciclo de bajada de tipos. Ahora bien, los tiempos que manejaba el mercado y que empujaron en buena medida el rally de bonos eran, sin duda, el mejor escenario posible. Y la realidad parece que no está exactamente ahí.

Porque, aunque hemos avanzado mucho en la normalización macroeconómica, esencialmente por lo que respecta a los precios, el nivel de incertidumbre es muy, muy elevado en este comienzo de 2024: La inflación, sin ir más lejos, ha vuelto a acelerarse en Europa en diciembre desde el 2,4% al 2,9%…el primer repunte tras ocho meses consecutivos de bajadas. No es un drama, ni tampoco una tendencia, pero sí un toque de atención. El empleo, que mencionábamos anteriormente sigue muy fuerte en EE.UU. y previsiblemente también en Europa. Ello pone un cierto suelo a la prontitud y velocidad con la que los bancos centrales -que por cierto se reúnen a final de mes- podrían bajar los tipos de interés.

No está de más recordar que el año comienza, además, con un elevadísimo grado de incertidumbre geopolítica: Oriente Medio -con su clara implicación en el precio del crudo y materias primas-, la ya casi endémica guerra en Ucrania, la tensión en el Mar de China Meridional…pero sobre todo y por encima de todo, tenemos que 2024 es año electoral en EE.UU., algo absolutamente trascendental para la política, la economía y los mercados mundiales. Especialmente porque, a estas alturas, no tenemos del todo claro quien disputará la presidencia al candidato demócrata (previsiblemente el inquilino actual de la Casa Blanca, Joe Biden). ¿Tal vez Donald Trump…?

Por todo esto, no tiene especial relevancia que los mercados se muestren un poco tímidos en el comienzo de año. En realidad, el paso atrás de la renta fija puede suponer una excelente noticia para que los inversores en bonos vuelvan a tomar posiciones, dado el escenario base de consenso de bajadas de tipos en los próximos doce meses. Igualmente, el sobrecalentamiento de la bolsa se está atemperando: otra posible llamada a la entrada en renta variable. En todo caso, prudencia y pies de plomo, tras un buen 2023 y un largo por delante, y esperemos que positivo, 2024.

 

 

 

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