#Mercados: Renta fija versus renta variable

No cabe ninguna duda que, de entre todos los activos de inversión posibles, la renta fija ha sido la protagonista para bien -invertir- y para mal -valorar- desde la invasión de Ucrania por Rusia hace ya más de un año, y la subsiguiente subida en vertical de tipos de interés y rentabilidades de las curvas de deuda.

No cabe ninguna duda que, de entre todos los activos de inversión posibles, la renta fija ha sido la protagonista para bien -invertir- y para mal -valorar- desde la invasión de Ucrania por Rusia hace ya más de un año, y la subsiguiente subida en vertical de tipos de interés y rentabilidades de las curvas de deuda.

Este papel protagonista no solo obedece a unos movimientos violentos y particularmente volátiles -algo que solemos asociar más comúnmente a la renta variable- sino, fundamentalmente, al hecho de que, en un periodo de tiempo relativamente corto, haya pasado de tipos “cero” o negativos a cotizar en rentabilidades bastante parecidas al periodo post Lehman, aunque sin los problemas (y oportunidades) que, en aquellos años, generaron las primas de riesgo de los países periféricos.

Partiendo de esa base, es decir, que los bonos se mueven a día de hoy en rentabilidades elevadas, y asumiendo que, en algún momento del tiempo, no mañana, seguramente no el mes que viene, pero no mucho más allá de unos cuantos meses, la inflación irá conteniéndose (algo que, de hecho, ya estamos observando) no es muy aventurado decir que todo aquel inversor cuyo perfil de riesgo esté alineado con la renta fija, está viviendo, ahora mismo, un buen momento para comprar. Un escenario razonable consiste en pensar que los tipos de interés comenzarán a bajar en 2024, primero en EEUU y más tarde en Europa, de la mano de unos IPS´s más contenidos. Sin duda, vivimos una era estructuralmente distinta a la época pre Covid: en otras palabras, será difícil volver a tipos tan bajos como los que había antes de la pandemia, y lo mismo cabe decir con respecto a la inflación, en un mundo económico más restrictivo. Pero es muy probable que los máximos de precios los hayamos visto ya, lo que infiere que no deberíamos estar muy lejos de los máximos de tipos. Esto es lo que parece descontar el mercado hoy, lo que convierte a los bonos en esta buena alternativa que sugerimos…aunque no apta para todos los perfiles ni -si se quiere realizar en directo y con la adecuada diversificación- bolsillos.

 

Y si esto ocurre con la renta fija, ¿qué está pasando con la variable?

Al igual que con los bonos, las bolsas en 2022 no tuvieron, en general, un buen año, dicho eufemísticamente. Las caídas fueron generalizadas. En este contexto negativo, lo más interesante fue el claro cambio de sesgo del growth, que lo hizo particularmente mal hacia el value, que se comportó significativamente mejor. Dicho en cristiano, los bancos lo hicieron mejor que las tecnológicas. Lo que rompe, por cierto, una línea de casi una década de comportamiento inverso. En otras palabras, las acciones se unieron a los bonos en su mala ejecución anual.

El comienzo de 2023 ha sido, por el contrario, muy positivo para las bolsas en general. Y aquí incluimos tanto a las tecnológicas como a los bancos, aun penalizados las últimas semanas por la crisis de SVB y el evento en Credit Suisse. No cabe duda de que detrás de este buen comportamiento está el hecho de que el escenario central económico de crecimiento no es tan pesimista como el mercado estimaba allá por octubre pasado. Ello es fundamental para estimar los beneficios empresariales, clave en el comportamiento bursátil. En el caso del sector financiero, además, se veía beneficiado por un Euribor al alza, bueno para el beneficio bancario. Y, en el caso de las tecnológicas, por unas expectativas de tipos más bajos. De ahí que el Nasdaq sea uno de los mejores índices en 2023, habiendo sido de los peores en 2022. En resumen, todo más que en orden.

 

La cuestión, ahora con la renta variable es ¿hacia dónde irá?

La respuesta, obviamente indeterminada por muchos aspectos de la coyuntura (datos macro, geopolítica cisnes más o menos negros, etc.), estriba esencialmente en el grado de ralentización económica que veamos, fruto de la lucha contra la inflación y de los elevados tipos de interés. En un contexto de tipos altos es muy difícil que podamos contemplar una expansión de múltiplos (el famoso PER). Por tanto, las compañías cotizadas van a tener que justificar sus precios en base a sus beneficios, reales y futuros. En la medida que esto sea así, lo que tiene mucho que ver con la actividad económica general, podremos ver a las bolsas evolucionar en un año positivo. Por el contrario, si la ralentización fuera muy intensa, incluso recesión, no es descartable alguna corrección, que sería en todo caso muy asimétrica por sectores.

Por tanto, bolsas con algo de encrucijada, con el famoso sell in may and go away a la vuelta de la esquina. En todo caso, en un contexto en el que pudiéramos ver correcciones significativas en el precio de las acciones, sin cambiar el escenario de fondo, invertir en renta variable podría ser una alternativa muy interesante, tanto táctica como estratégicamente.

 

 

 

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