Lo primero que cabe decir es que el famoso dicho de vender en mayo hace alusión a un tipo muy concreto de activo: la renta variable. En otras palabras, de entrada, estamos obviando el activo que, sin género de dudas, representa la mejor oportunidad de inversión del momento -aquí conviene poner bastantes disclaimers, otra palabra inglesa, que hagan alusión a “condiciones normales de mercado”, momento de compra perfil de inversión, etc.- que es, naturalmente, la renta fija.
El marco macroeconómico actual se caracteriza por un contexto de inflación que, aunque ha reducido fuertemente sus niveles desde máximos, se mantiene por encima de lo que los bancos centrales consideran aconsejable, es decir, más o menos el 2%. Este movimiento de contención de los precios debería ir ligado -según nos enseñaron nuestros mayores- a un enfriamiento de la economía, fruto de las subidas de los tipos de interés. La realidad es que, a día de hoy, tenemos tipos altos, inflación aún no del todo contenida -de manera especial, en Norteamérica- y bastante disparidad en términos de crecimiento, particularmente entre EE.UU. y las principales economías del euro, léase, Alemania.
La disparidad en la velocidad de bajada de precios y actividad económica es muy posible que tenga como consecuencia un desacople temporal entre los bancos centrales, con Europa -con datos más favorables de inflación y menos favorables de crecimiento- bajando tipos antes que EE.UU. En todo caso, los últimos registros de ISM en Norteamérica, así como el último dato de empleo, parecen confirmar que, aunque mucho más tenue de lo que se esperaba hace meses, la economía estadounidense sí está aterrizando suavemente. Muy, muy suavemente, de hecho.
En todo caso, más deprisa o más despacio, el escenario final compartido por el consenso de mercado es que estamos a las puertas de bajadas de tipos de interés. Esto es muy favorable para quien haya invertido en renta fija, que verá como sus bonos, comprados a buena rentabilidad, mejoran también en valoración. El riesgo -que existe naturalmente, como en todas inversiones- provendría esencialmente de un recrudecimiento de la inflación, como consecuencia de una bajada de tipos precipitada o excesiva. Un Trichet a la inversa, como se ha dado en llamar, en honor a la subida de tipos que realizó el mencionado ex presidente del BCE, y que echó más leña al fuego de la crisis de deuda europea de principios de la pasada década. Pero caso de no producirse esta involución, el final del camino debería ser unas curvas más normalizadas -esto es, con pendiente positiva, frente a las curvas planas o negativas actuales- y una bajada generalizada de rentabilidades, más intensa en los plazos más cortos, si entendemos que el crecimiento se mantiene positivo. En resumen, con carácter general, un buen escenario para los bonos. A partir de ahí, habría que analizar, dentro de cada perfil, qué riesgo en crédito, subordinación, etc., se puede tolerar. Es decir, pasar del asset allocation al stock picking. Seguimos con el inglés.
Si la renta fija parece claro que es la ganadora… ¿es la renta variable la perdedora? La realidad es que no se puede decir algo así, mucho menos en un contexto general en el que, como decimos, el crecimiento es moderado, pero no aparecen signos de recesión. Sí es cierto que las valoraciones actuales no reflejan un “mercado barato”. Y es posible, incluso probable, alguna rectificación en algunos índices que, por otra parte, se encuentran en el momento de escribir estas líneas cerca de sus máximos de ciclo, como el IBEX, o históricos, como el SP500. En una situación como ésa, una rebaja primaveral de las bolsas, la renta variable, tendría mucho atractivo, no tanto pensando en el corto sino en el largo plazo, que es la manera correcta de invertir.
Conviene decir que el marco general económico (tipos de interés y crecimiento positivos) es muy atractivo para determinados sectores, entre los que destaca el financiero. Tengamos en cuenta que con tipos altos -dentro de un orden, pues es muy importante que no suba la morosidad- el negocio bancario funciona mejor, y el crecimiento facilita también las operaciones bancarias. No es de extrañar por tanto que en estos días volvamos a oír hablar de fusiones en este ámbito. Por otra parte, la expectativa de bajada de tipos puede ser favorable para aquellos sectores cuya valoración responde a modelos de “descuento de flujos”. En este caso, pensamos en tecnología.
No está de más dedicar algunas palabras a los activos alternativos ilíquidos, antiguamente limitados a la inversión de clientes institucionales o family offices -es horroroso tanto inglés- y ahora más accesibles al gran público. Tras un 2023 no especialmente favorable, la inversión alternativa parece recuperar parte de su fuerza, en línea con unas economías, digamos, más normalizadas. Constituyen por tanto una buena opción para complementar con un porcentaje limitado, pero con una buena rentabilidad a una cartera equilibrada, bien entendido que se trata de activos esencialmente ilíquidos y de muy largo plazo.
En resumen, muy atentos a las rebajas de primavera, que vienen en tonos esencialmente de renta fija para fondo de armario, pero en las que es muy posible que se puedan encontrar complementos muy interesantes en renta variable…especialmente si hubiera -y no se puede descartar, con mayo encima- segundas rebajas.