De hecho, la sensación es que buscan ajustarse a la realidad económica, tras haber subestimado claramente el éxito de los bancos centrales en su lucha contra la inflación, allá por octubre, y haber sobreestimado las posibles bajadas de tipos de los mismos organismos monetarios, tan solo dos meses después.
Y es que, en estas semanas que llevamos de 2024, el paradigma macro ha variado sensiblemente, no especialmente a peor: Hace seis meses, aceptábamos con bastante cautela -o, dicho sin eufemismos, no aceptábamos- el escenario base que la Reserva Federal dibujaba acerca de un “aterrizaje suave de la economía”. Hoy, este marco general no solo domina al consenso de mercado, sino que toma cada vez más cuerpo la posibilidad de que la economía siga en vuelo, sin aterrizar. Ello es particularmente evidente en el caso de la economía estadounidense, cuyos datos no dejan de sorprender, de manera especial por lo que se refiere a crecimiento…y empleo. Y precisamente en este punto, el empleo, es donde debemos empezar a poner ciertas alarmas.
Desde hace meses, tanto la FED como el BCE vienen alertando acerca de la importancia de contener los salarios. Recordemos que una espiral de este concepto al alza es la base elemental para que podamos asistir a indeseables efectos de segunda ronda sobre la inflación. Parece poco probable que ambos bancos centrales comiencen a bajar tipos sin ver claras señales de contención, en este ámbito. La Sra. Lagarde ya ha comentado que habrá que esperar a los datos sobre comportamiento de salarios, allá por el final de primavera, para tomar una decisión de reducción del precio del dinero. De hecho, el BCE presentó un informe días atrás en el que calcula un incremento en torno al 4.5% de los salarios en la Eurozona para los próximos trimestres. Se trata no solo de un nivel históricamente alto, sino que tampoco presenta indicios de haber alcanzado un punto de retorno. Algo parecido parecemos entrever en EE.UU., con unas ganancias medias por hora que se siguen manteniendo por encima del 4.0%.
No está de más recordar que, en todo el contexto inflacionario post-Covid, las empresas han conseguido en buena medida indexar sus ventas a inflación, pero no los salarios que pagan a sus empleados. Ello ha tenido el efecto positivo de mantener el paro a raya…aunque a costa de emplear trabajadores relativamente más empobrecidos, por el efecto de los precios. No obstante, la memoria inflacionaria de los trabajadores persiste. Eso significa que es muy posible que, en un contexto de bajo desempleo -pleno empleo en EE.UU., en realidad-las negociaciones sobre salarios no sean fáciles para las empresas…lo que puede incidir en sus márgenes. Esto no es lo mejor para las bolsas. Aunque, de momento, los mercados no lo están poniendo en valor.
Más bien al contrario, la renta variable estadounidense y europea (con la excepción de España) parecen contar solo con la parte buena (macro con crecimiento e IPC´s a la baja) y, en el caso de EE.UU., con unos resultados empresariales que barren como un huracán cualquier atisbo de duda inversora, algo especialmente cierto en el caso del Nasdaq. En otras palabras, los beneficios empresariales están resultando superiores a lo esperado, en base a que la actividad económica no se derrumba y a que la inflación, singularmente energía, se contiene.
Pero no solo eso: además, el mercado tiene expectativas claras de que los tipos van a bajar, algo que afecta positivamente al multiplicador de las bolsas. Es verdad que, a medida que pasan las semanas, la esperanza de que los bancos centrales reduzcan la presión monetaria, se va reduciendo. Es muy poco probable que la FED baje tipos en marzo, como el mercado pensaba, allá por diciembre. Como comentábamos al principio del artículo, esto ha tenido como consecuencia un retroceso en la valoración de las curvas de deuda, que ajustan sus nuevos objetivos. Pero la renta variable está teniendo un particular San Valentín con la macro, apoyada en una más que posible “solo” suave desaceleración.
Llegados a este punto, no está de más lanzar un mensaje de alerta…y alguna recomendación. El mensaje de alerta consiste en que el mercado de acciones está actuando sobre la base del mejor escenario posible. De hecho, en el momento de escribir estas líneas, tanto el SP500, como Nasdaq y el Eurostoxx presentan importantes niveles de sobrecompra (no así el IBEX, cuya especial constitución le lleva por otros derroteros). No parece improbable alguna corrección a corto plazo, especialmente si vemos inflación persistente que demore las bajadas de tipos.
La recomendación, por su parte, consiste en tener cierta paciencia con el mercado de renta fija: los niveles actuales son buenos puntos de entrada…aunque los puede haber mejores, si los mercados sobre-reaccionaran a una no bajada de tipos por la Fed en marzo. Tengamos presente que, el final del camino -más o menos largo- será una reducción del precio del dinero, algo favorable para la valoración de los bonos. En ese sentido, para el inversor cuyo perfil lo permita, la renta fija sigue siendo el activo más atractivo a día de hoy…aunque, a tenor de lo que pensaba el mercado, pueda parecer que su momento ya debería haber concluido, de haberse mantenido el ritmo de subidas de noviembre y diciembre. Por todo ello, prudencia con este convulso 2024, con extrema atención a la macro…y una mirada de reojo a la geopolítica, de la que nos iremos ocupando, especialmente a medida que se aproximen las elecciones en EE.UU.