#Mercados: Los bancos centrales, protagonistas

Concluye una semana en la que todo el protagonismo ha estado en manos de unos bancos centrales que, si en lo formal siguen manteniendo unas acciones compatibles con su lucha contra la inflación, en lo esencial no dejan de lanzar un discurso que el mercado no compra, o, al menos, no del todo.

Tal y como se preveía, la Reserva Federal estadounidense mantuvo los tipos en la banda del 5%/5.25% mientras que el Banco Central Europeo subía 25 puntos básicos, dejando la referencia finalmente en el 4%. Estos niveles son compatibles con una inflación que, aunque viene reduciéndose desde hace meses a ambos lados del Atlántico, sigue moviéndose en zonas muy por encima de los niveles que los organismos monetarios entienden como equilibrados, especialmente en el caso de la inflación subyacente. Hasta aquí todo en orden.

No obstante, tanto la FED como el BCE lanzaron mensajes muy agresivos en cuanto a posibles subidas de tipos en los próximos meses que, en puridad, el mercado no descuenta o no tanto como podría derivarse de los comentarios de Powell y Lagarde. En ese sentido, los inversores parece que sí comienzan a entrever, si no una bajada de tipos inminente, ni mucho menos, sí al menos una estabilización de los mismos en los niveles actuales o sensiblemente superiores -25 puntos básicos más de subida en cada caso-, incrementos que se producirían antes de verano o inmediatamente después del mismo.

En conjunto, por lo tanto, da la sensación de que los mercados están interpretando una cierta sobreactuación de los bancos centrales o, si se prefiere, una “pasada de frenada” en la línea de tratar de mantener altas las expectativas de tipos, de la misma manera que en 2021 pecaron de un exceso de contención a la hora de subirlos, ante el riesgo, cierto, de perjudicar la recuperación de la actividad económica, tras el Covid.

La respuesta de los inversores, como decimos, está siendo bastante escéptica: por el lado de la renta fija, las rentabilidades se mantienen elevadas, con las curvas aún muy tensas en los tramos cortos y medios y pendientes muy planas o negativas, especialmente en el caso de EE.UU. y Alemania. Por lo tanto, aún no hay un descuento claro de que los tipos van a empezar a bajar. Pero la sensación es que los máximos están descontados y son los niveles de cotización actuales, aproximadamente. También es significativo comentar que las primas de riesgo de España e Italia no se incrementan. De hecho, han disminuido en los últimos días, lo cual parece descartar cualquier tipo de problema de tensión por el lado de la probabilidad de impago de la deuda de países periféricos. Más bien al contrario, los inversores intentan maximizar rentabilidad aprovechando los mayores niveles de rentabilidad de estos bonos.

El caso de la renta variable es aún más significativo: las bolsas mantienen niveles elevados de cotización, en zona de máximos de un año que, por cierto, está resultando francamente positivo para los inversores en acciones. Desde luego, para nada descuentan una seria recesión e incluso podríamos inferir que la ralentización económica, clara y evidente que señalan los datos macro, no parece que sea algo más que un fenómeno transitorio, a la luz de las cotizaciones actuales.

Todo esto lanza mensajes muy potentes al mercado: el primero de ellos, evidente, es que comprar renta fija es un buen negocio, siempre que la inflación siga mostrando una senda descendente. La idea que subyace aquí es que, en algún momento, los bancos centrales tendrían que comenzar a bajar tipos, lo que otorga mucho valor a los bonos en los actuales niveles de rentabilidad. El segundo es que, mientras que la macro no se derrumbe y los IPC´s se reduzcan, es decir, mientras observemos un aterrizaje suave de la economía, las bolsas siguen teniendo valor.

El problema es que, si hacemos caso al mensaje de los bancos centrales, la rentabilidad de los bonos debería subir algo más y ojo, las bolsas no estarían cotizando exactamente un posible escenario de mayor contracción económica, inducido por estos organismos para contener a los precios. En ese sentido, el protagonismo de estas instituciones es evidente en el devenir de los mercados, en el corto plazo. Sería muy deseable que su ascendente sobre los agentes económicos fuera tal que sus palabras fueran metidas en la ecuación de los inversores. La realidad es que las experiencias pasadas han provocado un cierto divorcio en esa relación. Lo cuál no deja de ser, aunque entendible, menos inquietante.

 

 

 

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