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9 mayo 2024

#Mercados: Llegó mayo… sell in may?

Cerramos un mes de abril en el que los mercados parecen haber tomado, a partes iguales, una cierta dosis de realidad macroeconómica y geopolítica que ha frenado, en cierto modo, el buen tono bursátil global y ha incrementado las rentabilidades de las curvas de deuda, de manera significativa en el caso de EE.UU.

Desglosando la realidad macro y geopolítica mencionada tenemos, en primer lugar, el hecho evidente de que la inflación y el crecimiento siguen mostrándose fuertes en Norteamérica -no tanto en Europa, aunque la actividad parece estar acelerando- lo que a estas alturas prácticamente descarta una bajada de tipos de interés por parte de la Reserva Federal en el mes de junio. Ello tiene un reflejo claro sobre la valoración de la deuda estadounidense, que vuelve a cotizar en zonas de máximos de rentabilidad. En el caso europeo, este movimiento se ha visto reflejado especialmente, aunque con un menor impacto, en el caso de la deuda alemana. La buena noticia para España es que las primas de riesgo periféricas se han comportado mejor en relativo, frente a los bonos alemanes equivalentes. De hecho, en el caso del Viejo Continente, los precios más contenidos y el menor crecimiento -aunque en vías de mejora- sí parece hacer posible una bajada de tipos en junio. En realidad, al Banco Central Europeo le quedan pocas alternativas a no hacer este movimiento, que lleva telegrafiando desde el mes de febrero. Sería una gran sorpresa para el mercado no ver satisfechas sus expectativas. Por tanto, Lagarde se encuentra entre la espada de mantener la credibilidad y la pared de no cometer un error al bajar tipos, que pueda realimentar la inflación.

En segundo lugar, abril ha sido un mes realmente complicado en el plano geopolítico, con una guerra en suelo europeo que no cesa y una escalada de la tensión bélica en Oriente Medio, que a punto ha estado de conducirnos a un conflicto de una escala impredecible entre Irán e Israel. Conviene decir que ambas heridas siguen muy abiertas: En el primer caso gracias al impulso que el nuevo paquete de ayudas estadounidense aprobado por el Congreso tendrá para la defensa de Ucrania. En el segundo, la inestabilidad inherente a la zona, y más con la crisis en Gaza aún sangrante, tan solo nos permite un cierto respiro mientras nos preguntamos cuándo y dónde surgirá el siguiente foco de tensión.

No es de extrañar por tanto que, el movimiento comentado de las curvas de deuda haya estado acompañado de un incremento notable de la volatilidad en bolsa (medido por ejemplo en términos del VIX…el famoso “indicador del miedo”) que ha tenido como consecuencia un comportamiento poco favorable de los mercados de renta variable, sustentados en todo caso por una campaña de presentación de resultados realmente buena. A ello se añade un momentum con valoraciones si no altas, cuando menos razonables en muchos sectores y, desde luego, unos niveles iniciales de sobrecompra muy elevados que, en este caso sí, han ido conteniéndose hacia zonas mucho más templadas, a medida que los índices perdían impulso.

Este es el terreno de juego en el que comienza el mes de mayo, siempre recordado por el famoso “sell in may”. Esta línea de actuación, la de “vender”, se ve apoyada por la incertidumbre macro y geopolítica comentada y por una cierta sensación de cansancio técnico en los índices, que no han llegado a superar, en algunos casos tras dos o tres intentos, los máximos del ciclo. En todo caso, conviene hacer dos claras distinciones.

En el caso de la renta variable, vale lo anteriormente dicho. No obstante, a favor de este tipo de activos debemos situar un entorno de crecimiento más favorable a lo inicialmente estimado, lo cuál favorece a los beneficios empresariales, verdadero motor de las bolsas. El punto de interés aquí estará en determinar cómo podría verse afectada la inflación en un marco de mayor crecimiento. En el caso europeo, como hemos comentado, habría que añadir cómo afectará a los precios una más que posible bajada de tipos en junio. En todo caso, el ámbito general en el que nos movemos, con abundante liquidez y siempre que no aparezca un recrudecimiento de la tensión geopolítica, parece establecer que una caída bursátil de cierta entidad puede constituir una excelente oportunidad de entrada para comprar acciones.

En el caso de la renta fija, esta oportunidad no necesita de espera: ya nos encontramos en niveles muy buenos de compra, especialmente en activos de calidad (tanto de deuda pública como privada). En realidad, no hemos salido de esta oportunidad, con altibajos, en casi todo el año. En un mundo que parece haber visto máximos de precios, es razonable colegir que también ha visto máximos de tipos. Por tanto, para todo inversor con perfil bonista, estos momentos son propicios para conformar cartera, incluso incrementando duraciones, bien entendido que, probablemente, serán los tramos cortos y medios los primeros en beneficiarse de la normalización. Una normalización que, por otra parte, se hace esperar más de lo que podíamos prever a finales del año pasado, pero que avanza hacia niveles compatibles con la realidad de un mundo ciertamente más compartimentado, más tenso, menos líquido, más incierto y, por tanto, más inflacionario que el que vivíamos hace apenas un lustro.

 

 

 

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