#Mercados: Las dudas atenazan a los mercados

Resulta tentador comenzar un artículo sobre mercados financieros, en un momento tan binario como el actual (rojo o negro), con un título abiertamente lorquiano.

Suele decirse que todos los refranes actúan. Entendemos que esto vale también en España para los dichos del ámbito anglosajón. Y, en ese sentido, no está de más mencionar que nos encontramos ya mediando mayo: O, lo que es igual desde el punto de vista de mercado, poniendo a prueba el famoso sell in may, and go away.

La realidad es que si el mercado quiere ponerse negativo no le faltan razones, al menos a corto plazo. El grado de incertidumbre, en torno a cuestiones clave, es elevadísimo. Por delante de todo, tenemos la senda de lo que en su momento debía ser la normalización monetaria por parte de los bancos centrales, y ahora se ha transformado en lucha implacable contra la inflación. En ese contexto, EE.UU. ya se encuentra en velocidad de crucero de estas acciones, es decir, subida de tipos y reducción de balance. Todo hace suponer que Europa comenzará este mismo verano a tomar medidas de este cariz.

Y es que la inflación, generada por los desajustes de oferta y demanda post-Covid y amplificada por las subidas de los precios de materias primas, derivadas del conflicto ucraniano, es protagonista. Tanto que hay quien compara el actual proceso de precios con el generado tras la crisis del petróleo de 1973. Un periodo inflacionista que se extendió más de una década, no lo olvidemos. Desde luego, un escenario así tendría efectos importantes sobre el crecimiento, en la medida en la que obligue a subir tipos de manera apresurada. Y, claro está, también sobre los mercados financieros.

En ese contexto, el de los mercados financieros, las dudas están atenazando a los inversores: desde luego, la renta fija lleva una trayectoria de subida de rentabilidades (es decir, de bajada de valoración) que solo puede ser calificada como meteórica. Sin duda, sobre los bonos está actuando el descuento de unos tipos de interés al alza, necesarios para contener una inflación realmente disparada. Adicionalmente, la velocidad de ascenso de las tires tiene que ver con la tardanza de organismos monetarios y, por qué no decirlo, agentes económicos, en descontar estos precios en franco incremento desde hace más de un año. De hecho, las subidas están siendo tan espectaculares que cabe preguntarse hasta dónde pueden llegar. En todo caso, estamos asistiendo a un movimiento razonablemente homogéneo de subida de tipos base, con ampliación de diferenciales de crédito y primas de riesgo relevantes, pero moderadas. Esto es una señal positiva de que la economía no está derivando hacia un desajuste de deuda…al menos, no de momento.

Menos espectacular, pero igualmente destacable, está siendo el comportamiento de las bolsas. Aquí, la incertidumbre ese traduce en volatilidad. En ese sentido, los movimientos, predominantemente negativos en el año, no tienen sesgos tan claros como en el caso de la deuda. Por ello, este entorno negativo está afectando de manera muy distinta a según qué índices y sectores. En líneas generales, las compañías mejor preparadas para aguantar inflación y tipos están teniendo un comportamiento significativamente mejor. Dentro de ellas, destacaríamos a los bancos, obviamente. Por el contrario, todo el ámbito del growth, el gran ganador de la última década, está sufriendo fuertemente en valoración. En esa línea, el Ibex lo está haciendo comparativamente mucho mejor que el Nasdaq, por poner el ejemplo inmediato.

De cara al futuro y trascendiendo este mes de mayo, las tensiones se mantienen elevadas: va a ser muy importante seguir el comportamiento de la inflación: en la medida en la que podamos comenzar a contenerla, las curvas de deuda deberían relajar algo. Ello daría algo de techo a la renta fija y, probablemente, algo de suelo a la renta variable, que empieza a preocuparse seriamente por el ciclo económico en general y el de beneficios empresariales en particular. Por supuesto, va a ser determinante la evolución de la guerra en Ucrania, cada vez con una salida menos clara, y los efectos asociados al mantenimiento del conflicto, de manera singular el precio de la energía en general y del petróleo en particular: un sobrecoste, no lo olvidemos, que puede lastrar el ciclo.

Por todo ello, máxima prudencia inversora en todos los activos, si bien la renta fija comienza a dar claras oportunidades de inversión, casi habría que decir “por fin”, tras varios años de tipos anormalmente bajos. Esto otorga oportunidades para aquellos perfiles más conservadores que han podido mantenerse con altos grados de liquidez. En cuanto a la renta variable, siguiendo el dicho del comienzo del artículo, tal vez haya que esperar a ver cómo evoluciona este mes de mayo.

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