#Mercados: La incertidumbre, el valor que más cotiza

Con la vista ya puesta en el cierre de ejercicio, los mercados financieros siguen manteniendo un elevado grado de incertidumbre derivado de la falta de respuestas adecuadas a preguntas, a entender de los analistas, decisivas.

Estas preguntas se refieren esencialmente al corto plazo, pero pueden tener repercusiones en la cotización de bolsas y bonos en horizontes temporales más lejanos. En esencia, hablamos de tres bloques claramente definidos: macroeconomía, bancos centrales y geopolítica, si bien las relaciones entre estos bloques son estrechas y, en ocasiones, extraordinariamente tensas.

El primero de estos apartados, la macro, constituye sin duda el vector director sobre lo que articular todo lo demás. En esencia, tenemos dos variables macro fundamentales: la inflación y el crecimiento.

La inflación ha sido, hasta ahora, la clave que ha llevado a los mercados de bonos a reaccionar de una manera realmente espectacular, en términos de subidas de rentabilidad. Su aparición coincide con el final de los confinamientos por Covid, y su aceleración tiene mucho que ver con el comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania. Hoy en día, los precios parece que empiezan a ser contenidos a ambos lados del Atlántico, aunque siguen mostrando tasas elevadas, especialmente en el caso de la inflación subyacente. El principal problema aquí sería encontrar una nueva ronda inflacionista, bien debido a un incremento en el precio de la energía (luego veremos el petróleo en los aspectos geopolíticos), bien por un crecimiento mayor de lo esperado de las principales economías, que lleven a nuevas subidas de tipos de interés. Sí, ya dijimos que las relaciones entre bloques son tensas…

Por lo que se refiere al crecimiento, en las últimas semanas estamos observando una clara dicotomía en cuanto a su evolución se refiere en EE.UU. frente a Europa. En el caso de Norteamérica, las fuertes subidas de tipos parecen no hacer especialmente mella en la actividad de su economía o, mejor dicho, no tanta mella como cabría prever, especialmente en lo que se refiere al sector servicios. En el caso europeo, sí existe un más claro deterioro del crecimiento, aunque sin entrar en fuertes procesos de recesión. En buena medida, ello se debe a que el desempleo no está aumentando de manera significativa: las empresas consiguen traspasar los costes de la elevada inflación. Ello da soporte al consumo…y el consumo sustenta la inflación.

El segundo bloque a tener en cuenta es el de los bancos centrales: aquí, el tema es dilucidar hasta dónde subirán tipos. Ello va a depender de las dos variables mencionadas, inflación y crecimiento. Cuanto mayor sean ambas, más durará el proceso de subida. Conviene decir que la desaceleración de la subida de precios y las nuevas incertidumbres con respecto a la actividad económica nos dice que es posible que las últimas subidas las hayamos visto ya. En todo caso, la incógnita que se abre es ¿cuándo llegarán las bajadas? Y ésta es una de las principales incertidumbres que cotizan en el mercado de hoy.

Finalmente, la geopolítica. Cuando parecía que el mercado ya descontaba el riesgo geopolítico de la guerra en Ucrania y de la hostilidad político-económico-militar de China (en el último aspecto, el militar, por Taiwán) el mundo abre de nuevo el cajón de los horrores con la presente crisis en Oriente Medio. De momento, el conflicto parece “encapsulado” económicamente. Pero las posibilidades de extensión, vía Irán, por ejemplo, no deben ser desdeñadas. Ello pone un toque de atención a los inversores que, nuevo, miran de rojo sus resultados del año y se preguntan si conviene arriesgar, a falta de dos meses para el cierre. Adicionalmente y también hablando de política, no debemos olvidar que 2024 será año electoral en EE.UU. Tendremos tiempo de tratarlo en nuevos artículos. Pero el mercado lo tiene presente.

Por todo ello, sube la volatilidad estos días en bonos y bolsas, sin una dirección clara y con demasiados temas que solucionar en poco tiempo. Probablemente, en estas condiciones, lo más racional es obviar el corto plazo y ampliar la mira temporal. Si hacemos eso, la bolsa se presenta con un nivel de riesgo elevado, con el crecimiento con principal variable a seguir. Por el contrario, la renta fija aparece como clara ganadora, con la inflación y los tipos como su referencia. Estas recomendaciones, por supuesto, con prudencia, y adaptadas al perfil de cada inversor.

 

 

 

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