#Mercados: Europa y EE.UU. se desacoplan

Constituye un cliché, dentro del mundo de los mercados de activos, considerar que EE.UU., en tanto en cuanto locomotora mundial, va a estar siempre algo por delante de Europa, en el ciclo financiero.

En otras palabras, Europa recorrería la misma senda que han ido marcando los EE.UU., con algo -seis meses, un año…- de decalaje temporal.

En las últimas semanas estamos observando un movimiento que no reflejaría exactamente el axioma anterior. En verdad, parece que estamos asistiendo a un cierto desacople entre el Nuevo y el Viejo Continente y no solo a nivel macro, sino también en posibles movimientos de tipos y también en el orden geopolítico. No es que sea Europa la que lidere el ciclo, ni mucho menos: hablamos de recorrer caminos distintos.

Por lo que respecta al marco económico, tras los últimos datos de empleo en EE.UU., unidos a las sorpresas positivas en la publicación del ISM manufacturero, no podemos por más que colegir que su economía parece encontrarse en una fase de aterrizaje suave, más suave incluso de lo que podríamos haber supuesto a comienzos de año. Es cierto que el gasto de los hogares, por ejemplo, modera su ritmo de avance, pero se sigue manteniendo en niveles superiores a la media de los últimos dos años. En ese contexto, la inflación muestra señales de no estar completamente embridada, especialmente por lo que respecta a los servicios. Ello es debido esencialmente a dos causas: por un lado, el sector inmobiliario está ralentizando menos de lo inicialmente previsto. Por otro, el repunte del precio del petróleo tiene un efecto claro sobre los precios y sobre la percepción que de estos precios tienen los consumidores.

Europa, por el contrario, muestra aún signos de muy clara debilidad. Alemania, de hecho, sigue muy tocada y a pesar de observarse una mejora mundial en el ciclo de manufacturas, los avances, de media, son tímidos. La brecha entre EE.UU. y Europa se amplía a máximos crecientes, brecha que apenas es modificada por países, como España, que muestran números por encima de la media europea. Ello da como resultado una inflación más controlada en la Eurozona que en EE.UU.

Esto nos lleva al segundo punto, que es parte del debate económico actual: Europa sí presenta un cuadro macro compatible con una bajada de tipos de interés: tipos elevados, inflación en modo de contención y dentro de niveles aceptables…y bajo crecimiento. Incluso el propio Mario Draghi -cuánto se le echa de menos- aboga por un movimiento en esta línea. Por el contrario, la economía norteamericana muestra un perfil concordante, si no con subidas de tipos, sí con cierta vuelta al mantra “tipos altos durante más tiempo”. Mantra que, recordemos, tumbó los mercados, allá por septiembre y octubre pasados…

En tercer lugar, tenemos la geopolítica. Antes de nada, debemos decir que buena parte del desacople actual en esta materia viene dado por la importante cita electoral estadounidense del próximo otoño. La combinación de un candidato agresivo que no tiene aún el poder, y un actual presidente que se ve limitado en según qué políticas puede acometer, dan como resultado una cierta parálisis en el necesario liderazgo que la locomotora del mundo, como decíamos al principio, debe proyectar. Esto es muy evidente en temas con un fuerte contenido económico y, más concretamente, del ámbito de la energía y materias primas como son las actuales crisis en Oriente Medio y la guerra en Ucrania. En ese sentido, y contra todo pronóstico, en las últimas semanas estamos viendo como el peso específico estadounidense cede ante iniciativas de sus aliados europeos, mucho más vinculados -al menos de palabra- a sostener militarmente a Ucrania, por ejemplo. Parece evidente que, con el petróleo en zona de máximos, hilar fino en los temas geoestratégicos puede ser esencial para no sobrepasar zonas rojas, donde no solo la economía sino la estabilidad mundial puede verse seriamente comprometida.

Por todo ello, los mercados financieros parecen asumir esta realidad con un cierto toque de pragmatismo: la renta fija se desliza hacia unas mayores rentabilidades en EE.UU., movimiento visible, pero más laxo, en Europa, donde además no observamos incremento de las primas de riesgo. En otras palabras, reevaluación a tipos más altos en EE.UU. que en el viejo continente., de manera comparada. Por el contrario, la renta variable parece mostrar más atención al buen comportamiento de la macro en EE.UU. y a la previsible mejora europea que a la posibilidad de un desajuste de tipos que, asimismo, sería más probable en EE.UU. que en Europa. Por supuesto, ni qué decir tiene que, para las bolsas mundiales, será extraordinariamente importante seguir la campaña de presentación de resultados empresariales, que da comienzo en estos días.

Debemos ser cuidadosos con el hecho de que, mirando desde niveles de máximos como los actuales, unos resultados empresariales por debajo de expectativas o, de manera contraintuitiva, unos niveles de actividad económica mejores de los esperados en EE.UU., -que inferirían más inflación y tipos altos- pueden constituir la base de una corrección en renta variable, incluso de cierta entidad. Por supuesto no es un escenario seguro, pero sí posible. Por ello, invertir en bolsa, a día de hoy, requiere asumir una tesis bastante favorable del binomio crecimiento (al alza) e inflación (a la baja), algo más posible en Europa que en EE.UU. Por el contrario, dado que en ningún caso se habla de subir tipos (como mucho, mantener) la idea de aprovechar el momento en renta fija, con buenas rentabilidades y expectativas de mejora en valoración, parece razonable. Y creo que nada puede ilustrar mejor el desacople que marca el espíritu de este artículo que, con los números actuales, el corolario resultante sería que es preferible la deuda estadounidense sobre la europea, y es preferible la bolsa europea sobre la estadounidense. Quién lo diría.

 

 

 

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