Consecuencia de ello, a lo largo del mes de abril, hemos observado un notable repunte de volatilidad, especialmente en el índice VIX (el famoso “indicador del miedo”), desde niveles muy bajos (en torno a 12) hacia niveles cercanos o incluso superiores a 20. Desde luego, estamos muy lejos de cualquier anomalía del índice, pero sí nos movemos en zonas parecidas a los baremos del pasado septiembre y octubre, meses francamente negativos para el mercado. En líneas generales, todo parece indicar que son dos los puntos de atención que los inversores están considerando como claves, en estos días.
El primero de ellos, ya mencionado, es la geopolítica. No cabe duda de que nos encontramos en un mundo estructuralmente muy distinto al que vivíamos antes de la invasión de Ucrania por Rusia y, alargando algo más en el tiempo, antes del comienzo de la guerra comercial entre occidente -con EE.UU. a la cabeza- y China. Es muy importante tener esto en cuenta: De manera estratégica, vuelven a formarse bloques cuyo resultado es un cambio de paradigma en el ámbito de la energía -derivado esencialmente de la posición rusa- y también en la esfera de los intercambios de bienes a nivel global. Ambas condicionantes nos llevan a una economía mundial más proclive a inflación.
Aparte de este movimiento de fondo, 2024 está siendo un año realmente repleto de condicionantes geopolíticos: recientemente, el Congreso estadounidense ha vuelto a abrir el grifo de la ayuda a Ucrania, lo que resultaba imperioso para evitar una “victoria” rusa en una -por el momento- no previsible mesa de alto el fuego. Por otra parte, China mantiene su tono hostil en referencia a Taiwán. No obstante, el foco más importante que está moviendo el mercado estos días, proviene de un posible enfrentamiento a gran escala entre Israel e Irán. En verdad, son las noticias en este flanco las que están alterando el día a día de los mercados, especialmente a las bolsas, siempre temerosas de un conflicto en una zona tan importante, desde el punto de vista del comercio -el Canal de Suez- y la energía -el petróleo y gas-. Añádase a todo esto el lento pero inexorable caminar hacia las elecciones estadounidense de noviembre, que tanto pueden influir en el modo de encarar estas crisis. Al final del día, nos debatimos entre un modelo de liderazgo global y pro atlantista, representado por la administración Biden, y un modelo aislacionista, derivado de un posible retorno a la Casa Blanca de Mr. Trump.
Si no fuera suficiente con esto, como segundo punto de atención, la mezcla de inflación y crecimiento están dando como resultado una separación entre las perspectivas de tipos en EE.UU. y Europa. En Norteamérica, el crecimiento parece sólido…pero la inflación se muestra pegajosamente tenaz a bajar. En Europa, salvo excepciones, el crecimiento es mucho, mucho más modesto…pero los IPC´s dan señales de contención muy evidentes. Ello puede motivar que el BCE baje tipos en junio sin que lo haga la FED, algo poco menos que inaudito. Conviene tener en cuenta lo que lo puede suponer en términos de tipos de cambio, particularmente en el euro-dólar. De momento, la tendencia a la revalorización de la divisa americana es evidente. Algo que, entre otras cosas, puede ser oneroso para las importaciones europeas de energía, por cierto.
En este contexto, los inversores parecen mostrarse precavidos: las bolsas han bajado algo desde máximos, lo que no es ninguna sorpresa, habida cuenta los niveles de sobrecompra alcanzados hace unas semanas. En cuanto a la deuda, tiende a bajar en precio, por efecto de los tipos esperados en los EE.UU., altos durante más tiempo, aunque responde con una mejora hacia la calidad, en los momentos de mayor miedo geopolítico.
Por todo ello, parece que la prudencia debe ser la base de cualquier inversor medio, a día de hoy. Debemos entender por prudencia un sesgo claro hacia renta fija de calidad, especialmente en momentos en los que las rentabilidades suban por efecto de la macro, y una cautela hacia la renta variable que, no obstante, puede constituir una muy buena oportunidad de inversión, en caso de caída brusca no prevista. De manera especial, si esta caída se debe a un asunto de tipo geopolítico más que macro, esta entrada puede llegar a ser aún más clara, en tanto no afecte a otros condicionamientos de largo plazo. Por consiguiente, precaución, pero máxima atención a las oportunidades de un mercado ciertamente revuelto.