La idea general que subyace en el ámbito inversor tiene que ver, esencialmente, con un sensible giro hacia peor de las perspectivas referidas a actividad económica, lo cual infiere un sesgo algo menos negativo, en términos de inflación y, con ello, unas expectativas algo más laxas en términos de tipos de interés y rentabilidades de la curva.
Esta “idea” ha tenido como resultado en los últimos días un comportamiento más positivo de los mercados de renta fija y variable. En el caso de la renta fija, el mecanismo de transmisión es fácil: menores tipos esperados a futuro lanzan la idea de que comprar bonos en estos niveles de rentabilidad puede ser una buena idea de inversión. En el caso de la renta variable, la mejora viene sobre todo por la posibilidad de mejoras en el multiplicador: con tipos bajos, los descuentos de flujos -la valoración- de muchas compañías, mejoran. Adicionalmente, la prima de riesgo de las acciones disminuye, si disminuye la rentabilidad de los bonos.
El punto débil de las bolsas está en determinar la cuantía de la desaceleración: mientras ésta sea comedida, las acciones pueden vivir con unos resultados empresariales buenos y sostenibles. Pero si al final del día, los tipos altos generan un fuerte retroceso en el crecimiento, estos beneficios empresariales caerán…y harán caer las bolsas. De ahí que muchas casas de inversión recomienden prudencia en renta variable. No tanto de cara al fin de año como mirando los primeros meses de 2024. Que, por cierto, está a las puertas.
De momento, en las próximas semanas y hasta las reuniones de los bancos centrales, a mediados de diciembre (día 13 la Reserva Federal, día 14 el Banco Central Europeo) será la macro la que guíe unos mercados que, no lo olvidemos, muestran un resultado negativo para el conjunto de año en bonos y positivo en acciones. Ello lleva a un punto de prudencia muy relevante. En otras palabras, salvo que los datos económicos sean muy determinantes, en un sentido u otro, o las expectativas de los bancos centrales dejen traslucir una mejora notable de la inflación -lo que sin duda llevaría a mensajes más laxos que el último realizado por Jerome Powell- será complicado ver un vuelco muy notable de los mercados, con respecto al impasse actual.
Por todo ello, máxima prudencia en el corto plazo. En un periodo temporal más largo, la renta fija sigue apareciendo como la clara ganadora, dadas las elevadas rentabilidades actuales y las expectativas de que, en algún momento -con buena probabilidad muy bien entrado 2024- los tipos comiencen a bajar. Lo cuál sería muy positivo para mercados…y economía general.