Desde comienzos de año, incluso desde antes de que la pandemia en forma de coronavirus inundara nuestra vida social y económica, ya preveíamos la importancia decisiva que las elecciones estadounidenses iban a tener en el desarrollo del ejercicio fiscal 2020…y mucho más allá. Sin ninguna duda, ha sido junto al Covid el factor de incertidumbre más elevado que han tenido que soportar los mercados financieros en estos meses y, además, de una importancia estratégica más que comparable a la crisis sanitaria. Porque la marcha y actuaciones de la primera potencia mundial son un factor de capital importancia para el devenir político, económico y, por supuesto, inversor. Pues bien, este capítulo comienza a cerrarse.
Salvo máxima sorpresa judicial, extremadamente improbable por el resultado final, el vencedor de la elecciones estadounidenses ha sido el partido demócrata en la persona de John Biden, si bien, desde el punto de vista económico, financiero y político lo correcto sería decir que la administración Trump no ha renovado mandato. Y hay que decir que cualquier duda que pudiéramos tener sobre cómo se tomarían los mercados este extremo, parece estar quedando despejada en los últimos días: Tras semanas de máxima incertidumbre, tras el tira y afloja de los estímulos, tras años de tensión comercial entre los EE.UU. y el resto del mundo, significativamente con China, tras asistir al serio deterioro del vínculo trasatlántico con los aliados y socios europeos, todo ello parece llegar a un final. Y si bien el cambio en la marcha es aún nebuloso y está todo por determinar, sí parece que es acogido de manera ilusionante, a nivel global.
En el muy corto plazo deberíamos esperar a que se llegue finalmente a un acuerdo sobre un nuevo e importante impulso fiscal en Norteamérica, algo que sería apoyado tanto por un Congreso con mayoría demócrata y un Senado con mayoría republicana y que estaría en la línea de las recomendaciones de la Fed, según expresó su presidente, Sr. Powell la semana pasada. Una Fed que, ahora sin condicionamientos, podrá seguir adelante con sus políticas monetarias laxas, esenciales para permitir una adecuada financiación de los elevados déficits, consecuencia del coronavirus. Los demócratas son partidarios de un plan de estímulos muy elevado, comparable al realizado en marzo pasado, es decir, de más de dos billones de dólares. Ello, unido a un mejor clima comercial (en el que, no seamos incautos, las tensiones con China no desaparecerían del todo) debería ser la base de una nueva recuperación, con el permiso de los datos sanitarios referidos a la pandemia.
Y este segundo aspecto, la pandemia, ha tenido una formidable buena noticia, probablemente y con todas las precauciones y disclaimers posibles, la mejor que hayamos visto en el año: Pfizer ha anunciado que su vacuna ha obtenido un 90% de casos positivos de cura (muy por encima de una vacuna habitual de gripe). Además, ha añadido que este mismo año habrá millones de dosis disponibles, una vez supere los trámites de aprobación. Con toda la prudencia con la que se debe tomar estos datos, sin duda constituye un paso enorme, esencial, para volver a la normalización de la vida cotidiana, de la economía y de los mercados financieros.
Por todo ello, el mercado ha tenido una AUTÉNTICA semana de rally, especialmente intensa a medida que la victoria demócrata parecía más sólida y espectacular en la sesión del lunes, en cuanto se tuvo noticias de la vacuna de Pfizer. Asimismo, las primas de riesgo periféricas, singularmente la italiana, han tenido un comportamiento igualmente positivo. En suma, casi todos los activos han reaccionado, de momento, favorablemente a la eliminación de estos dos importantes focos de incertidumbre, sin duda los más relevantes del ejercicio. En resumen, buenas noticias que, por supuesto, con la cautela habitual, podrían dibujar un cierre de ejercicio inesperadamente mejor de las expectativas que teníamos, hace tan solo una semana.