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23 septiembre 2021

Los bancos centrales contratacan con sus monedas virtuales: qué es una CBDC

Frente al avance del bitcoin y los criptoactivos, los bancos centrales pasan a la acción apostando por la emisión de sus propias monedas virtuales. Conoce cómo se gesta el euro virtual.

 

Las monedas virtuales emitidas por los bancos centrales pronto podrían ser una realidad. Se trata de una apuesta de alto impacto en el estatus quo financiero mundial pero inevitable por la competencia de criptomonedas como el  bitcoin frente a las divisas tradicionales de los bancos nacionales, o el progresivo desuso del efectivo.

En muchas economías del mundo, el billete en la cartera es una rareza. Canadá, Hong Kong y Singapur son los países que encabezan el ranking Cashless Countries’21, que realiza anualmente Money.Co para cuantificar cómo avanza el pago electrónico, con los países nórdicos a la cabeza de Europa.

Además el uso de criptomonedas se generaliza. El bitcoin es la más conocida pero el Banco de España estima en más de 7.000 las existentes, si bien algunas fuentes hablan de más de 8.000. Pero no es tan importante el número como su creciente uso como moneda refugio, en clara competencia con el dólar, el euro o el oro, por ejemplo.

No olvidemos que en opinión del Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la inversión en criptomonedas es de alto riesgo. Las razones son variadas pero desde el punto de vista legal, las resumen en tres:

  • No tienen consideración de medio de pago.
  • No están cubiertas por mecanismo de protección al cliente como el Fondo de Garantía de Depósitos o el Fondo de Garantía de Inversiones.
  • No cuentan con el respaldo de un banco central u otras autoridades públicas.

¿Qué son las CBDC?

Y a la espera del desarrollo de un marco jurídico más específico para las criptomonedas, las monedas virtuales emitidas por bancos centrales surgen como una alternativa. Se las conoce como CBDC, de sus siglas en inglés Central Bank Digital Currency.

Lo importante es entender la diferencia entre una y otra. La CBDC es una unidad de cuenta y un medio de cambio centralizado y regulado, por lo que su valor tiende a ser estable, lejos de la volatilidad que sufre el bitcoin, por ejemplo.

Todo ello es posible gracias al banco central que lo respalda, lo que no ocurre con las criptomonedas, que son emitidas o acuñadas por el sector privado, como ocurre con la diem (antes libra) de Facebook.

Se trata de un movimiento aún incipiente pero que tiene alumnos aventajados. El DCEP en China es uno de ellos, y ya se encuentra en periodo de pruebas como la alternativa digital al yuan. Otra es el Sand Dollar del Banco Central de Bahamas, un auténtico pionero en su implantación, logro sin duda facilitado por la reducida economía del país.

 

El euro digital avanza

La epidemia por COVID-19 ha disparado el pago por medios electrónicos. Una de las razones por las que el Banco Central Europeo rescataba el pasado 14 de junio su proyecto de divisa digital. Esta propuesta “combinaría la eficiencia de un instrumento de pago digital con la seguridad del dinero de banco central”.

De momento, los responsables de la Unión Europea no han fijado un calendario, pero Christine Lagarde, presidenta del BCE, adelantó que “si bien su proceso de implantación llevará tiempo, no debería tardar más de cinco años en materializarse”.

En la web del BCE se aclaran algunos de los conceptos del euro digital con los que se trabaja para su diseño definitivo. Se señalan como requisitos básicos su facilidad de acceso, solidez, seguridad, eficiencia y confidencialidad.

 

Un modelo por definir

Pero al margen de experiencias en mercados de gran volumen o no, al modelo de las monedas virtuales emitidas por los bancos centrales le queda mucho recorrido hasta su perfilado definitivo.

Sabemos que las CBDC llegarán para completar el efectivo, de momento no se valora la sustitución, algo en lo que se ha insistido sobradamente desde la UE. Pero a nadie se le escapa que el desuso del billete como medio de pago es progresivo. De hecho, algunos países avanzan hacia su desaparición total en un horizonte cercano.

Pero, ¿cómo van a operar y cuál va ser su radio de acción?

Esto plantea incógnitas, por ejemplo sobre cómo se podrían sustituir los depósitos bancarios tradicionales por los de dinero digital del banco central: “Podría alterar la estructura de financiación de los bancos comerciales y su capacidad para proveer crédito a la economía real”, apunta Pablo Urbiola, responsable del equipo de Regulación Digital de BBVA.

Otras de sus dudas apuntan a qué funcionalidad básica debería ofrecer en el sistema de pago. Existen modelos más conservadores limitados al sistema de pagos mayoristas, si bien todo parece indicar un funcionamiento similar al efectivo actual. También hay debate sobre si sería preciso limitar su uso como instrumento de ahorro.

Pero estas y otras cuestiones técnicas sobre su funcionamiento terminarán generando un consenso. Nadie duda de que en esta década muchos bancos centrales contarán con dinero digital, y millones de ciudadanos empezaremos a familiarizarnos con su uso.

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