La realidad es que la enormidad de las expansiones monetarias por parte de los bancos centrales y los extensos programas de ayuda fiscal, han diluido en parte este movimiento, digamos clásico, de “o bonos o acciones” que, en muchos otros casos, se han venido comportando de manera muy correlacionada.
Conviene decir que tanto uno como otro movimiento, (subida de bolsas, bajada de deuda) están plenamente justificados a tenor de lo que estamos viendo en el ámbito macroeconómico: sin duda nos encontramos, más que en las puertas, plenamente inmersos en un proceso de recuperación mundial de la demanda y, ligeramente por detrás, también de la oferta. Esta rápida aceleración que, naturalmente, tiene mucho que ver con las perspectivas de normalización post-covid, puede producir una serie de “cuellos de botella” que, de hecho, constituyen las principales dificultades a superar en el corto plazo.
Por supuesto, nos referimos a la aparición de inflación, casi con seguridad la palabra más repetida en los análisis financieros desde el comienzo del presente ejercicio. Como sabemos, los mercados adelantan en buena medida el futuro económico a unos cuántos meses vista. En ese sentido, las voces que hablan si no de posibles subidas de tipos sí de contención en la política monetaria, son cada vez más acusadas. Y no son precisamente voces desautorizadas. Hablamos del Banco de Canadá. Hablamos de Luis de Guindos. Hablamos de Janet Yellen. En general, todas ellas se refieren a un tema muy positivo y que podríamos resumir en la recuperación está ahí. Pero también nos presentan una consecuencia, digamos, algo menos reconfortante para los mercados: los estímulos monetarios deben ir cesando. Es decir, hay que ir pensando en reducir los analgésicos.
El problema de todo esto es, obviamente, la dependencia que las inversiones han tomado de las actuaciones de los bancos centrales, realmente vitales por otra parte para proveer de liquidez a las economías. En un contexto en el que esta enorme cantidad de dinero puede provocar desajustes en los precios, debido a la fuerte recuperación de la demanda, es posible que los mercados puedan resentirse, en primer lugar, como estamos viendo, por el lado de la renta fija pública y, en segundo lugar, si la inflación resulta persistente, con un impacto en el multiplicador bursátil (en general, muy elevado) que lleve a alguna corrección de la renta variable y de la renta fija privada.
Conviene decir que estos movimientos son los propios de una mejor situación general. Son los problemas del crecimiento, serios sin duda, pero mucho mas llevaderos que los problemas de la recesión. En ese sentido si deviene una corrección bursátil, tal vez sea uno de esos movimientos “sanos y razonables” de los que hablaban nuestros mayores. Ver un mal dato de empleo, como el que hemos presenciado en EE.UU. y que suba la bolsa, porque lo asimila a una menor reducción de estímulos, es comprensible, pero no es lo deseable. Por tanto, la confianza en el medio plazo y la precaución en el corto plazo, parece una política bastante razonable a día de hoy.