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6 marzo 2019

La fiscalidad es fundamental para optimizar tus ahorros

A veces no le damos la importancia que se merece, pero la fiscalidad es una de las variables más importantes en el proceso de planificación financiera.

A final de año, muchos solemos apresurarnos en un último intento por optimizar al máximo la declaración de la renta. Sin duda, es beneficioso para nuestros bolsillos, pero el árbol no debería impedirnos ver el bosque, como diría el refrán. Es decir, lo urgente no debería ocultar lo importante: la planificación financiera es la base del éxito del ahorro y requiere un plan metódico y organizado con un horizonte a largo plazo.

El engranaje

¿Qué papel cumple la fiscalidad en la planificación financiera? Uno fundamental, ya que es el engranaje que hace que todo funcione. ¿Por qué? Por el impacto directo que tiene sobre la rentabilidad de los productos financieros. Una buena planificación de los ahorros nos permitirá minimizar el efecto negativo de la fiscalidad.

Por ejemplo, somos conscientes de que en el entorno actual tenemos que empezar a ahorrar lo antes posible para conseguir una jubilación digna. La planificación financiera es eso, ordenar y descubrir cuál es nuestra situación patrimonial, determinar los objetivos que queremos lograr y aplicar un plan para que estos se cumplan.

La factura fiscal marca la diferencia

En ese plan será fundamental establecer una estrategia de ahorro e inversión.  A su vez, lo será definir la cartera de activos financieros y no financieros que tendremos, donde el peso de cada uno dependerá de la edad a la que se empieza a ahorrar, el perfil de riesgo, el plazo de la inversión, las necesidades de liquidez, la cantidad a ahorrar, etc. “La riqueza no se genera en cinco o diez años”, explica Carlos Magán, socio de Afi, en Expansión.

La oferta de productos para seleccionar esa cartera de activos es amplísima. Es ahí donde optimizar la factura fiscal derivada del ahorro puede marcar una gran diferencia. Ahora bien, el tratamiento fiscal es muy heterogéneo y cambiante, por ello el asesoramiento profesional resulta clave.

Acumulación y percepción de las rentas

“Los impuestos y la inflación son los principales enemigos de la rentabilidad a largo plazo”, detallan en el interesante Curso de  planificación financiera y gestión del ahorro de Aula CaixaBank e Instituto BME, en el cual nos enseñar a analizar distintos productos de ahorro para minimizarlos.

Por su parte, el Instituto Santalucía incide en dos aspectos de gran importancia que tenemos que tener en cuenta como ahorradores y según la fase de ahorro en que nos situemos:

  • Fase de acumulación: durante esta fase deberíamos centrar la atención en los productos financieros que den a nuestras aportaciones un trato fiscal favorable vía reducción en el IRPF. Como contraprestación, advierten, tienen poca liquidez y (salvo casos excepcionales) no se pueden recuperar los ahorros hasta la jubilación. Por ejemplo, el Sistema de Ahorro Sistemático (PIAS) de la Mutualidad.
  • Fase de percepción de las rentas derivadas de los ahorros: se trata de optimizar la tributación asociada a las prestaciones recibidas de nuestro ahorro. Lo aconsejable es comenzar a cobrar las rentas al año siguiente de la jubilación, cuando nuestros ingresos se reduzcan y la cuota del IRPF, por consiguiente, sea menor.

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