Por lo que respecta al primero de estos temores, el Covid, a día de hoy es muy difícil establecer hasta dónde nos puede llevar el agujero de la cueva de conejo, por expresarlo en términos de Alicia en el País de las Maravillas. La experiencia nos dice que las primeras noticias acerca de una nueva variante son recogidas con cautela (léase, con caídas de bolsa y subidas de bonos) en los mercados, para luego ir atemperando el movimiento, a medida que el alcance más limitado a lo inicialmente previsto de la cepa (esperemos que sea así) o el incremento de confianza en las vacunas va calando en la mente de los inversores. Desde luego, la volatilidad ha vuelto con fuerza, aunque bien es cierto que los mercados llevaban algunos días, incluso semanas, rumiando algo de corrección, en parte por puro agotamiento de las subidas.
Esta parte del agotamiento en las subidas tiene mucho que ver en esta fase del curso con la conocida expresión de “rally de fin de año”, ese sprint final que todo el ámbito gestor esperamos del ejercicio financiero, casi con independencia de cuáles hayan sido las circunstancias económicas precedentes. En buena medida, se asemeja al acelerón final que, todos los aficionados a correr de manera amateur, esperamos realizar al final de un recorrido. Pero para poder esprintar hay algo que nunca debe faltar: un remanente de fuerza.
Llegados a este punto, y de manera tal vez contraintuitiva, nos encontramos con el hecho de que, tal vez, una corrección a corto plazo (un descanso en la carrera, por seguir con el símil anterior) sea la forma más práctica de garantizar este “sprint final”. La realidad es que las valoraciones en las que nos movíamos eran si no caras, sí al menos ajustadas, lo que obligan a los beneficios empresariales a resultar extraordinarios, si se quiere mantener el ritmo positivo de la bolsa. Una corrección pone ciertas cosas en su sitio, tato por ajuste de valoración como por niveles de sobrecompra: en otras palabras, enfría el mercado y, con ello, forma un suelo más sólido para acometer nuevas subidas. Algo así como un campamento base, camino de hacer cumbre en el Everest.
Naturalmente esto no tiene por qué ser así: una carrera puede terminar al sprint o no, dependiendo del grado de agotamiento que tenga el corredor. Es más, puede ser peor y terminar andando, si además aparece algún problema físico. Una variante de coronavirus más fuerte de lo esperada, en el caso del mercado, por ejemplo. Por ello, la cautela debe estar siempre presente en la toma de decisiones.
No obstante lo anterior, el ejercicio mental que conviene hacer es preguntarnos hacia dónde vamos en los mercados: Y ese hacia dónde tiene mucho que ver con un mundo más normalizado tanto a nivel social, como monetario y económico. Todo parece indicar que esa normalización tendrá que ver, en un plazo no excesivo, con medidas menos expansivas desde el punto de vista monetario (lo que no implica que los bancos centrales vayan a dejar “tirada”, ni mucho menos, a la economía real…más bien al contrario), con crecimientos más ordenados a medida que los cuellos de botella vayan desapareciendo y con restricciones a la movilidad reducidas o inexistentes, una vez empiece a controlarse la enésima ola de Covid 19. Ése es el marco de fondo. El final de la carrera. Aunque es una carrera larga y, por el camino, habrá vicisitudes.
Por todo ello, máxima atención a corto plazo al Ómicron que, con un nombre que rivaliza con algún personaje élfico del Señor de los Anillos, tiene en su mano la evolución de unos mercados muy sensibles a cualquier restricción social, no digamos en épocas navideñas. En ese sentido, es probable que la razón de la caída de las bolsas del pasado viernes, si queda en una alarma más, como ha habido tantas desde hace un par de años, pueda constituir la base de una subida de cara al fin de 2021: el rally, en otras palabras. Por el contrario, si las restricciones van en aumento, tal vez muchos inversores piensen que más vale una retirada a tiempo de un ejercicio que, por lo demás y hasta ahora, ha sido bueno para renta variable. En ese sentido, como siempre, prudencia…que no debe confundirse nunca con falta de determinación.