Estrategias y técnicas para crear un fondo de emergencia, dirigidas a abogados (a)

Desconocer lo que pasará mañana no implica permanecer impasibles frente a la incertidumbre. Podemos, y en opinión de los expertos, debemos, prepararnos para afrontar las situaciones cuando vengan mal dadas. Construir un buen fondo de emergencia nos ayudará en este camino.

La tranquilidad también puede ser fundamental para quienes ejercen una profesión siempre tan fascinante, pero a veces tan dura, como la abogacía. No existe certeza financiera ligada al ejercicio de esta profesión, especialmente en sus inicios, por eso es siempre aconsejable disponer de un buen fondo de emergencia y por eso estos fondos, a día de hoy, son incluso más valorados que antes de la pandemia.

 

¿Qué es un fondo de emergencia?

Se trata, básicamente, de un colchón para imprevistos. Una cantidad de dinero ahorrado por si en algún momento se necesita, por ejemplo, para afrontar el desempleo, enfermedades, averías en la vivienda, derramas en la comunidad, reparaciones de vehículos, o cualquier otra emergencia que exija una solución económica inmediata. Adelantarse a esos gastos proporciona tiempo y el tiempo da tranquilidad. Además, una vez conseguido el objetivo, queda al criterio de cada uno la posibilidad de seguir ahorrando o la de empezar otro fondo nuevo.

 

¿Quién lo necesita?

Cualquiera, en un momento dado, puede necesitar liquidez para cubrir un gasto imprevisto. Esa necesidad se acentúa cuando se invierte dinero a largo plazo y un requerimiento inmediato de capital perjudica esa estrategia. Frente a esa circunstancia, lo más aconsejable es otorgar su debida importancia a planificar un fondo de emergencia.

También hay quien aconseja como alternativa razonable para este tipo de imprevistos el buen uso de una tarjeta de crédito, y es necesario remarcar la expresión “buen uso” cuando hablamos de esta herramienta, precisamente porque su abuso puede dar lugar a situaciones peligrosas.

 

¿Qué cantidad es aconsejable ahorrar?

Entre expertos se tiende a aceptar como aconsejable una cantidad de entre tres y seis meses de gastos ahorrados para un fondo de emergencia. Es decir, quien se deja 1.000€ al mes en gastos fundamentales como el alquiler, la comida, el transporte o los seguros, debería aproximarse a un fondo de emergencia medio de entre 3.000 y 6.000€.

Existe, incluso, algún medio como “La Hormiga Capitalista” que pone al servicio de quien quiera utilizarla una “calculadora” diseñada para obtener una cantidad orientativa en fondos de emergencia individualizados. Las circunstancias personales determinan el análisis, no se puede equiparar a un joven soltero con un padre de familia numerosa ni a trabajadores por cuenta ajena, autónomos o funcionarios.

Partiendo del gasto medio mensual del sujeto, el autor del test examina diferentes variables circunscritas al día a día del individuo y a su entorno que considera básicas para aproximar al máximo el resultado a la realidad. Por ello, para calcular un colchón económico ideal, invita al consultor a señalar el grado de estabilidad de sus ingresos, le cuestiona si hay personas que dependen económicamente de él, cuántos meses necesitaría para recuperar esos ingresos si se queda sin ellos, si hay alguien que podría ayudarle en caso de problemas y, finalmente, hasta qué punto podría reducir sus ingresos y cuál sería su grado de tolerancia al riesgo.

 

Motivos para crear un fondo de emergencia y pasos para construirlo

La coincidencia de los expertos no sólo se refleja en las cantidades que se señalan como adecuadas para un fondo de emergencia, sino también en los pasos para construirlo:

  1. Establecer un objetivo realista, que se adapte a la situación financiera de cada persona. Vamos, “hacer números”, analizar ingresos y gastos y trazar un plan.
  2. Elaborar un presupuesto y establecer metas de ahorro mensuales. Para alcanzar el objetivo hay que identificar en qué áreas se pueden reducir gastos o aumentar ingresos, teniendo en cuenta la situación particular. Es lógico, sobre todo al principio, que cueste mucho ahorrar miles de euros, pero también lo es rebajar las expectativas iniciales y avanzar desde ahí. Hay que ser realista respecto a nuestra capacidad de sacrificio para no terminar quemados.
  3. Abrir una cuenta de ahorros para separar el fondo de emergencia y evitar tocarlo. Una vez hemos definido la cantidad que queremos ahorrar para nuestro fondo hemos de decidir dónde guardarlo. Lo aconsejable es buscar una cuenta bancaria sin comisiones, que permita disponer del dinero en poco tiempo y, si es posible, pague intereses. Entre las opciones a considerar estarían las cuentas de ahorro con interés elevado, los Certificados de depósitos (CD) y las Cuentas de mercado monetario. En cualquier caso, hay que estudiar las ventajas e inconvenientes de cada una de estas posibilidades. Hay entidades que ofrecen diversas opciones de ahorro flexible.
  4. Automatizar transferencias destinadas a la cuenta del fondo de emergencia para facilitar el ahorro y evitar la tentación de gastar ese dinero. Se puede hacer que una parte del salario vaya directa al ahorro, o bien preparar transferencias automáticas para trasladar el dinero desde la cuenta corriente al fondo.
  5. Revisar periódicamente el fondo y ajustarlo a los objetivos si las circunstancias personales cambian porque se hayan producido, por ejemplo, aumentos o reducciones de sueldo, cambios de trabajo, etc. Se puede reponer la parte del fondo que se haya utilizado (si se ha utilizado), y también seguir ahorrando y considerar nuevas metas como los primeros pagos de un coche o una casa. A largo plazo, los expertos aconsejan guardar al menos el 10% de los ingresos para la jubilación. Se podría comenzar, incluso, con un porcentaje de solo un 1% y luego ir progresando sin agobios.

 

Técnicas de microahorro

Los pasos necesarios para un fondo de emergencia se pueden aplicar también a una estrategia como el microahorro, porque su objetivo es, en esencia, el mismo: ir arañando pequeñas cantidades que sumadas nos puedan servir de ayuda en una situación imprevista sin que nuestra calidad de vida se resienta. La diferencia tiene más que ver con la forma que con el fondo. Desde la misma plataforma de Mutualidad de la Abogacía YoSíAhorro se señalan cinco técnicas de microahorro:

La clásica del redondeo, que consiste en cuadrar cada gasto a cero (o a cero y a cinco, para objetivos más modestos) y destinar esa diferencia al ahorro; la que convierte el capricho prescindible en una posibilidad de ahorro; el plan del exfumador, que asume el proceso como un reto con recompensa; la técnica de la no compra, que recorta algunos dispendios habituales (peluquería, restaurantes); y finalmente la que apela a la capacidad de ahorro a través de un consumo inteligente, un hábito que puede convertirse en el mayor aliado del ahorrador y puede llevarnos, por ejemplo, a prescindir de primeras marcas y buscar en las compras la esencia de los productos evitando sobrecostes.

Otra técnica de ahorro muy útil es la de las Seis Huchas. Creada por el empresario y escritor canadiense Harv Eker, propone dividir los ingresos en seis categorías diferentes distribuidas de la siguiente manera: 50% para necesidades básicas y 10%, respectivamente, para ocio, ahorro, formación, libertad financiera y donaciones. Cada cantidad tiene que estar depositada en una cuenta diferente, creando ‘huchas virtuales’.

Pero tanto para el microahorro como para un fondo de emergencia es muy importante mantener un enfoque disciplinado. Construir un colchón financiero es una carrera de fondo en la que la constancia y el compromiso siempre dan buenos frutos.

 

 

 

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