El pasado 21 de enero diferentes Colegios de Abogados celebraron diversos actos para conmemorar el Día Europeo de la Mediación, efeméride que coincide con la aprobación del primer texto legislativo de mediación europeo en 1998. Desde esa fecha, esta herramienta alternativa para la resolución de conflictos ha ido ganando terreno en todos los ámbitos de la Abogacía: (Penal, Mercantil, Familiar, Civil y Social) en España.
Ello nos ha dado pie para hablar de un tema muy vigente en la Abogacía actual: la mediación como una deseable fórmula alternativa para la resolución de conflictos.
¿Por qué la mediación?
El proceso judicial suele suponer un gran desgaste, un alto coste emocional y económico, y en muchos casos las sentencias no ofrecen la mejor solución para las partes. La mediación supone la práctica de la Abogacía de anticipación y prevención, con el objetivo de no llegar a los juzgados o, incluso, para no dilatar los procesos judiciales.
Antes la mediación se veía muchas veces como un mero trámite antes de llegar al litigio, pero cada vez más se percibe como una victoria del abogado que consigue, a través del diálogo y la diplomacia, un acuerdo entre las partes.
En la actualidad se está pasando de una cultura del enfrentamiento o el duelo entre partes a la del diálogo y el entendimiento. Y ello gracias al impulso de las instituciones judiciales y de la propia Abogacía, aunque aún queda la asignatura pendiente de crear esa cultura de la anticipación en las personas y las organizaciones.
Todos ganan
Esta herramienta ofrece numerosas ventajas. Entre ellas, permite llegar a acuerdos estables y duraderos, ya que estos tienen un carácter vinculante para las partes; y lo hace en procesos cortos y más económicos que los dilatados procesos judiciales. Además, evita en gran medida ese desgaste emocional de los juicios y, sobre todo, aquellas sentencias que en muchos casos no satisfacen a las partes.
Es importante reflexionar sobre la mediación como una fórmula para gestionar las discrepancias de otra manera y de forma preventiva, para ser capaces de resolver o minimizar los problemas incluso antes de llegar a grandes conflictos. En este sentido, el papel de la Abogacía es animar a los ciudadanos y a las empresas a acudir a la mediación para resolver sus discrepancias.
El papel del abogado
Hay que diferenciar bien las funciones del abogado como representante de los intereses de una parte y las del abogado mediador, cuya función es aproximar las posiciones encontradas pero que no representa los intereses de ninguna de ellas.
Los profesionales del Derecho estamos frente a una oportunidad para potenciar la mediación y conseguir que se asiente como instrumento complementario de la Administración de Justicia.