Una elevada complacencia, en suma. O, visto de otro modo, un escenario propicio para algún susto, aunque sea pasajero, de la mano de datos o noticias que no estén del todo metidos en el guion.
Ese dato no del todo metido en el guion resultó ser la reunión de la Reserva Federal, en la cual quedó claro que la senda monetaria no debe sino normalizarse, es decir, tapering a corto y subida de tipos en un par de años. El anuncio de subida de tipos, aunque aun no inminente, resultó ser la novedad para los mercados. Tal vez una novedad esperable, dados los niveles de crecimiento económico y de inflación que se están publicando…pero novedad al fin y al cabo y relativamente rupturista con la idea de “inflación coyuntural” que, hasta ahora, había sido el argumento oficial.
Todo ello entró en efervescencia en la sesión del pasado viernes, cuádruple hora bruja por cierto, un poco más bruja de lo normal: La curva estadounidense registró un importante aplanamiento, es decir, las rentabilidades a corto subieron, como resultado del anuncio de posibles subidas de tipos de la FED, en tanto que los tipos largos bajaron, en línea con algo de desconfianza con respecto al escenario económico, muy optimista, que presenta el organismo monetario estadounidense.
La traslación a las bolsas fue también automática, con correcciones significativas, especialmente en los sectores más cíclicos. Un toque de atención en la complacencia de la que hablábamos antes. Una subida repentina de volatilidad, aunque se mantiene en niveles más que moderados.
De cara al futuro, es difícil determinar si las fuerzas de la corrección (que, por cierto, pueden venir por los dos lados de la ecuación, es decir, tanto por un escenario macro menos optimista, como por un nuevo acelerón de la inflación, si persiste el fuerte crecimiento y las tensiones salariales en EE.UU.) van a poder con la corriente positiva de fondo. Esta corriente no es otra que la normalización razonable y continua de la economía, con una inflación moderadamente al alza, aunque coyunturalmente pueda resultar algo elevada. Un marco muy razonable para los mercados que además y no lo olvidemos, se ven soportados por una ingente cantidad de liquidez, pendiente de ser invertida. Esta marea de dinero puede provocar distorsiones en la valoración, sin duda, aunque lo razonable es pensar que, salvo cambio drástico de los datos macro, otorgue un importante suelo a los mercados.
En suma, lucha de fuerzas encontradas en un contexto en el que el periodo estival comienza a acercarse y, con ello, los movimientos convulsos que dan las órdenes de último momento y, especialmente, la caída de los volúmenes de contratación. Aún no estamos en ello, pero conviene no perder de vista el efecto estacional en un año en el que, además, las cosas están yendo bien y, por tanto, hay mucho que perder.
Por todo ello, prudencia en el corto plazo: es muy difícil saber hasta dónde llegará el agujero de la cueva de conejo. Pero confianza en el medio plazo, de la mano de una recuperación que, sin duda está aquí. Al final del día, estamos moviéndonos hacia un mundo en clara mejoría, tras el impacto del Covid-19. Es normal que aparezcan curvas en ese camino. Y, en todo caso, estas curvas siempre pueden proporcionar nuevas oportunidades de inversión.