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3 agosto 2021

Dicotomía veraniega entre EEUU y Europa

Comienza de lleno el clásico periodo vacacional para los mercados de agosto, con su aparente cansancio general y sus reducidos volúmenes de contratación. Tema éste por cierto, el de los bajos volúmenes de operaciones que, como sabemos, constituye un arma de dos filos ante la posible aparición de noticias positivas o negativas...

Dicho eso y con todas las reservas posibles, la realidad es que hemos llegado al verano con unas condiciones macroeconómicas e inversoras radicalmente distintas que las vistas hace doce meses: la economía mundial va bien, incluso muy bien con respecto a lo esperado hace un año. Los temores de que una inflación desbocada, fruto del fuerte crecimiento, pudiera obligar a los bancos centrales a subir tipos, se han disipado en cierta medida, al menos de momento, de la mano de la absoluta confianza de los agentes económicos en los organismos monetarios y su aseveración de que esta subida de precios tiene mucho de coyuntural. Asimismo, tanto el BCE como la Reserva Federal han asegurado por activa y por pasiva que no van a realizar actuaciones que perjudiquen la marcha del ciclo económico. Finalmente, no debemos dejar de mencionar la importancia que las medidas de estímulo están teniendo en la economía y, por extensión, en los mercados financieros. Todo ello está teniendo un claro reflejo en los resultados empresariales que se están publicando, que no cabe sino calificar de muy buenos, a nivel agregado.

En este punto conviene destacar, dentro de un contexto general positivo aunque con las reservas lógicas por el momentum estacional, la divergencia que se ha abierto entre EE.UU. y Europa y que puede constatarse perfectamente en el hecho de que mientras las bolsas del Viejo Continente han mostrado bastante timidez, cuando no retrocesos en las últimas semanas (en esa línea, el IBEX con su importante componente cíclico y bancario es un paradigma), las bolsas estadounidenses siguen marcando máximos, sesión tras sesión.

Y es que, por más que los problemas son comunes, las repuestas a ambos lados del Atlántico son diferentes, si no en el fondo, sí en la forma y, desde luego, en la rapidez de la ejecución: no cabe duda de que Europa ha realizado y sigue realizando esfuerzos muy relevantes para paliar los efectos de la crisis generada por el Covid. Prueba de ello son los ingentes programas de ayuda aprobados en el seno de la Comisión Europea o, de manera aún más clara, el cambio conceptual que está realizando el BCE para asemejarse, cada vez más, a la Reserva Federal estadounidense. Pero la realidad es que estos pasos, necesarios están avanzando muy por detrás de los implementados en EEUU: Allí, buena parte de los programas de ayudas están ya desembolsados. La normalización social, esto es, la reapertura económica, ha evolucionado también de manera más acelerada que en Europa. Y, adicionalmente, el cambio de la administración Trump por la Administración Biden ha otorgado una menor incertidumbre con respecto a las políticas en general y las relaciones comerciales, en particular.

Todo ello ha llevado a que, de hecho, la FED esté en una situación muy distinta al BCE: mientras que éste último acaba de modificar sus postulados para permitir apoyar de manera más directa a la economía (eliminando el “automatismo” de subir tipos cuando la inflación supere el 2%), la Reserva Federal estadounidense se plante ya abiertamente el comienzo de la retirada de estímulos, el famoso “tapering”. Esto habla por sí mismo de hasta qué punto los EEUU nos sacan varias cabezas en la carrera de la normalización post-Coronavirus.

En consecuencia, no es de extrañar que los mercados hayan premiado de manera notable a los índices bursátiles americanos versus los europeos. En las últimas semanas, el cierto recelo a la variante Delta ha puesto otra vez en mejor situación a los activos Growth frente al Value, que parecía el ganador del año allá por el mes de abril. En todo caso, conviene recordar que aún queda mucho ejercicio: es más que probable que, de seguir así, la inflación vuelva a ser una preocupación para los inversores. En la medida que la ciclicidad sea de nuevo protagonista, Europa debería cerrar el diferencial frente a Norteamérica. En todo caso, para ello debemos ver algo más de tracción en crecimiento, especialmente buenos datos de consumo durante el verano. Y esperar, desde luego, un estío razonablemente tranquilo y de reposo bien merecido, también para los mercados financieros.

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#Mercados: Rebajas de primavera en los mercados

Es posible que, con mayo ya bien empezado, buena parte de los inversores estén pensando en el clásico “vende en mayo y vete” -en inglés, reconozcámoslo, suena más pegadizo-, lo que imprime un cierto aire de interinidad a todas las subidas bursátiles. En ese contexto, nos surge la pregunta: ¿es posible encontrar oportunidades de mercado en esta primavera?

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