Para las familias, afrontar estas situaciones puede ser un desafío complejo que exige no solo comprensión, sino también una planificación cuidadosa y un enfoque integral, ya que las situaciones de discapacidad y dependencia pueden tener un importante impacto emocional y económico en la familia.
Vamos a explorar qué significan la discapacidad y la dependencia, cómo se diferencian, y cómo las familias pueden afrontar de manera efectiva las necesidades que estas condiciones requieren.
¿Qué es la Discapacidad?
La discapacidad se refiere a una condición que afecta a una persona en diversas áreas de su vida, limitando sus capacidades para realizar ciertas actividades de manera convencional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la discapacidad es un término general que abarca deficiencias, limitaciones de actividad y restricciones en la participación. Estas deficiencias pueden ser de naturaleza física, mental, sensorial o intelectual.
La discapacidad puede ser congénita (presente desde el nacimiento) o adquirida a lo largo de la vida debido a enfermedades, accidentes u otras causas. Por tanto, puede afectar a personas de cualquier edad. Abarca un espectro muy amplio de condiciones, desde discapacidades leves hasta graves. Es importante destacar que la discapacidad no define a la persona, sino que describe una interacción entre la persona y las barreras del entorno.
¿Qué es la Dependencia?
La dependencia se refiere a la necesidad de ayuda, asistencia o supervisión significativa por parte de otra persona para llevar a cabo las actividades básicas de la vida diaria (ABVD), como alimentarse, vestirse, moverse o asearse. La dependencia surge cuando una persona, debido a su condición física, mental o sensorial, no puede realizar estas actividades por sí misma.
A diferencia de la discapacidad, la dependencia está más relacionada con el grado de autonomía de la persona y, por lo tanto, está más vinculada al envejecimiento y a las enfermedades degenerativas, aunque también puede estar presente en personas jóvenes con discapacidades graves.
¿Puede una persona tener a vez Discapacidad y Dependencia?
La Discapacidad hace referencia a los límites de algunas personas para realizar actividades y relacionarse con el entorno social y laboral, mientras que la Dependencia hace referencia a la falta de autonomía para realizar las actividades de la vida diaria.
Una persona con una discapacidad que le comporte necesidad de asistencia en sus actividades cotidianas será también una persona dependiente. Sin embargo, una persona con discapacidad que sea capaz de llevar una vida autónoma y de realizar las ABVD sin ayuda externa, no será una persona dependiente.
Diferencias claves entre Discapacidad y Dependencia
A pesar de que ambos conceptos pueden superponerse, especialmente en el caso de discapacidades graves, existen diferencias clave:
- Autonomía Personal: La discapacidad no implica necesariamente pérdida de autonomía, mientras que la dependencia siempre implica una falta de autonomía en algún aspecto.
- Impacto Relacional: La discapacidad puede afectar diversas áreas de la vida, incluyendo el trabajo, la educación y la vida social. La dependencia se centra principalmente en las actividades básicas de la vida diaria.
- Necesidad de Asistencia: No todas las personas con discapacidad requieren asistencia para las ABVD, pero todas las personas dependientes sí lo requieren.
- Enfoque de Apoyo: El soporte a personas con discapacidad suelen enfocarse en la adaptación del entorno, la educación y la inclusión laboral. En cambio, el soporte a personas dependientes debe centrarse en proporcionar los cuidados personales y la asistencia para la vida diaria que requieren. Vamos a verlo más en detalle.
Apoyo a personas con Discapacidad
Las personas con discapacidad pueden requerir la adaptación de su entorno, así como formación y soporte para facilitar su interacción con este entorno. En caso de discapacidad física, pueden necesitar elementos de apoyo específicos:
- Adaptación física del entorno: Modificaciones en el hogar, la escuela o el lugar de trabajo para hacerlos accesibles.
- Ayudas técnicas: Dispositivos como sillas de ruedas, audífonos, software especializado, entre otros.
- Rehabilitación y terapia: Servicios de fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia…
- Educación inclusiva: Acceso a programas educativos que se adapten a las necesidades individuales, así como apoyo especializado.
- Inclusión laboral: Programas que promuevan la contratación y retención de personas con discapacidad en el mercado laboral.
Apoyo a personas Dependientes
Las personas dependientes requieren un tipo de apoyo centrado en la asistencia para las actividades básicas de la vida diaria:
- Cuidado personal: Asistencia para el aseo, alimentación, vestimenta, movilidad, administración de medicamentos, etc.
- Cuidado de su entorno: Ayuda en la realización de tareas domésticas, compra diaria, etc.
- Cuidado integral: Cuando la dependencia es severa o gran dependencia, puede ser necesario contar con una persona cuidadora de manera permanente (profesional de Servicio de Atención a Domicilio) o el ingreso en un Centro de Día o Residencia, que ofrecen cuidados especializados durante el día o de manera permanente.
Cómo se acredita la dependencia o la discapacidad
Puesto que son situaciones diferentes, los procedimientos para el reconocimiento de la dependencia o la discapacidad también son diferentes.
En ambos casos el procedimiento se debe iniciar realizando la solicitud a Servicios Sociales, que solicitará la documentación necesaria y asignará cita para realizar una valoración de la persona afectada. Esta valoración se realiza en el domicilio (en caso de Dependencia) o en el centro de valoración o centro base que corresponda según al domicilio de la persona solicitante (en caso de Discapacidad).
Los criterios de la valoración también son diferentes, ya que están adaptados a cada situación.
Tras esta valoración se obtiene la resolución que, en caso de ser positiva, indica el grado de Dependencia o Discapacidad que corresponda.
Prestaciones y políticas públicas
Las políticas públicas en torno a la discapacidad y la dependencia varían significativamente, dado que se dirigen a cubrir necesidades diferentes.
Para personas con Discapacidad, las prestaciones suelen incluir subsidios para adaptaciones en el hogar, ayudas técnicas, acceso prioritario a servicios de salud, programas de inclusión laboral y educación inclusiva. Para personas mayores de edad que no puedan acceder a un trabajo debido a su situación, se establece un subsidio de garantía de ingresos mínimos. Asimismo, las personas con Discapacidad (o en su caso, las personas que tengan a su cargo a alguna persona con discapacidad) tienen ventajas fiscales en forma de deducciones en el IRPF.
Para personas Dependientes, las prestaciones pueden ser en forma de servicio o en forma de prestación económica en diversos ámbitos: teleasistencia, asistencia domiciliaria, cuidados en el entorno familiar, acceso a centros de día, acceso a centros residenciales…
Sin embargo, los recursos públicos son limitados y las familias con una persona con discapacidad o dependencia en su entorno tienen que realizar importantes esfuerzos personales y económicos para dar respuesta a sus necesidades.
¿Qué pasará en los próximos años?
Aunque en los últimos años se han realizado avances significativos para facilitar la integración social de personas con discapacidad, el recorrido aún es enorme. Es necesario seguir apostando por evitar al máximo las barreras arquitectónicas, sociales y laborales a las que se enfrentan las personas con discapacidad.
En el ámbito de la dependencia, muy asociada al envejecimiento, es importante aumentar los recursos y servicios para dar respuesta a sus necesidades, sobre todo teniendo en cuenta el incremento de personas mayores dependientes previsto en las próximas décadas debido a la estructura de la población y al aumento de la esperanza de vida.
Dar respuesta a las necesidades de estos colectivos a través de servicios y prestaciones públicas es un reto difícilmente alcanzable. La previsión, la planificación, la incorporación de nuevas tecnologías y el desarrollo de nuevos modelos de colaboración público-privada deben ser la clave para aportar nuevas soluciones a las personas con dependencia o discapacidad y a su entorno familiar.
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