Por Ester Alonso.
Asesor: Abel Domínguez, psicólogo infanto-juvenil y director de Domínguez Psicólogos.
Según el último Informe PISA, elaborado por la OCDE, España suspende en educación financiera: uno de cada cuatro adolescentes de nuestro país no tiene nociones sobre finanzas y más de la mitad de los ciudadanos reconoce no poseer conocimientos básicos sobre el tema. Es fundamental enseñar a un niño el valor del dinero y la importancia del ahorro, ya que este aprendizaje contribuirá al buen manejo de sus finanzas cuando crezca.
Respecto a qué edad se puede iniciar a los niños en el ahorro, el experto consultado opina que “a los dos años ya se les puede dar unas nociones sobre qué es el dinero y para qué sirve”. Para ayudarles a familiarizarse con ese concepto se les puede regalar una hucha donde reserven monedas y billetes destinados a comprarse algo que les haga ilusión: “Es bueno ayudar al niño a que se ponga pequeños objetivos de compra, para que vaya tomando conciencia de lo que cuesta cada cosa. Poco a poco irán asimilando el concepto y, muy probablemente, un día nos sorprenderán haciendo cábalas sobre lo que pueden comprar con lo que tienen en la hucha”, sostiene Domínguez.
Dar al niño una paga periódica puede resultar muy útil para enseñarle ahorrar. Es importante, no obstante, que se establezca una cantidad adecuada para su edad, que vaya en línea con los valores de la casa y que se supervisen las cantidades y los gastos, sobre todo cuando recibe dinero por más de una vía. Tal y como subraya el experto: “Los padres tenemos que ir dándole consejos y enseñarles a gastar el dinero en cosas que realmente les hagan ilusión. Es muy posible que ellos decidan invertir su dinero en lo primero que se les pase por la cabeza: hay que enseñarles a actuar después de haber pensado, por ejemplo, haciéndoles preguntas basadas en sus aficiones, gustos, etc.”.
No es imprescindible usar dinero para que el niño aprenda a ahorrar: “La economía de fichas puede ser una herramienta muy útil a la hora de educarlos en ganancias y pérdidas”, explica el director de Domínguez Psicólogos. Consiste en establecer un “pago” en fichas o puntos a cambio de sencillas actividades que fomentan su autonomía como recoger su ropa o poner la mesa. Esos puntos acumulados podrán canjearse por premios materiales consensuados previamente con el niño.
Ahorro e ilusión van unidos
El ahorro infantil debe ir acompañado de ilusión a corto plazo: “Los refuerzos que se establecen para los niños pequeños no deben ser muy costosos o el menor tardará mucho en alcanzar el objetivo y se desmotivará. Es decir, a un niño de seis años no le va hacer ninguna alusión poder viajar a Bristol para aprender inglés cuando sea mayor. La cantidad de dinero a depositar para conseguir ir a Bristol, por ejemplo, es demasiado elevada y no va a sentir control sobre esta situación, por lo que perderá el interés en el tema”.
A partir de los 9-10 años el niño ya tiene cierta independencia sobre sus ahorros. Es en este momento cuando la familia, en función de sus valores, debe enseñarle a priorizar en la toma de decisiones y a ponerse metas más costosas y más a largo plazo. “En esta etapa es muy importante también incentivar el ahorro del niño mediante una paga, a la que se le pueden añadir extras en función de cómo se haya portado durante la semana, de sus notas, etc.”. Además, según explica Domínguez, conviene ir introduciendo el concepto de obligación sobre sus gastos: “Si, por ejemplo, tiene que comprar algún regalo a un amigo o si se quiere comprar un juego sin esperar a su cumpleaños, debe sacar el dinero de sus ahorros. Este tipo de experiencias le enseñarán a interiorizar lo que cuesta ganar el dinero”, añade el experto.
Hacia los 12-13 años el niño puede empezar a usar el dinero de una forma más adulta: guardarlo en una cuenta en el banco (en lugar de en una hucha) o disponer de él mediante tarjetas de prepago/de débito o que pueda hacer pagos por móvil, siendo todo esto controlado por sus padres.
Es posible también que pueda iniciarse en conocimientos financieros más complejos y crear una cartera de inversión, por ejemplo. “Si los padres son expertos en este tema pueden empezar a explicarles cómo funciona, convirtiendo estos conocimientos en un punto de unión con los hijos, que les ayudará a tener una mejor educación financiera. No obstante, antes de empezar a invertir, es fundamental asegurarse de que el niño es consciente de que pueden ganar y, también, de que puede perder”, concluye el psicólogo.
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