Por Leonor Carnicer.
La pandemia que estamos sufriendo en estos momentos nos ha hecho replantearnos muchas cosas, entre ellas nuestra manera de encarar un futuro que se plantea incierto y económicamente bastante complicado. Ante esta situación, la mayoría de los hogares están decidiendo ser conservadores y moderar sus gastos y su consumo, en previsión de lo que pueda pasar. Así que sería razonable deducir que ese descenso en el gasto vaya a transformarse en ahorro en un futuro no muy lejano. Sin embargo, hay tantas formas de ahorro como circunstancias de cada persona, empresa y familia y por eso este estudio de la Mutualidad de la Abogacía, sobre el Ahorro Previsional en tiempos de Covid-19 arroja un poco de luz sobre la situación que estamos viviendo y puede ayudarnos a tomar decisiones mejor informadas que nos beneficien de cara al futuro. Aunque la pandemia haya azotado de forma diferente a cada uno de los países, es previsible que en todo el mundo se instauren nuevas políticas preventivas que contribuyan a fortalecer la economía familiar y las redes públicas de bienestar por el bien de todos.
Como norma general, el ahorro de los hogares suele descender en los momentos de expansión económica y aumentar durante las recesiones y desaceleraciones. Cuando llegan las vacas flacas, tanto las familias como las empresas tratan de evitar los riesgos innecesarios y equilibran los ingresos con los gastos para adaptarlos a las reducciones de ingresos producidas por la crisis. Según los datos del Banco de España, la tasa de ahorro de los hogares españoles en 2020 era del 7,36%, casi dos puntos más que en 2017, un año de expansión económica. Con motivo del shock traumático provocado por el Covid-19, el ahorro comenzó a crecer debido al cierre de establecimientos durante el confinamiento, la restricción de las salidas de la población y al patrón de frugalidad que se instauró como precaución ante lo que pudiera pasar. Este ahorro precautorio a corto plazo (el llamado colchón de toda la vida) se debe pues fundamentalmente a la incertidumbre que ha generado el no saber qué rumbo puede tomar la pandemia y las consecuencias que pueden acarrear para nuestra vida diaria y, sobre todo, para nuestra economía.
Esta necesidad de aumentar el ahorro precautorio a corto plazo hace que nos preguntemos si afectará negativamente en el ahorro previsional. Es difícil de predecir. Las terribles consecuencias sanitarias de la pandemia y las graves consecuencias económicas del confinamiento parece que han postergado el interés por los temas previsionales y lo han centrado en asuntos más inmediatos y cercanos en el tiempo. Sin embargo, lo urgente no debería quitar espacio a lo importante y por eso sería deseable que esa tendencia a la frugalidad y al ahorro adicional que estamos viviendo en la actualidad se mantenga y se convierta así en una inversión que financie el tránsito hacia una economía más productiva en el futuro. Para los ahorradores previsionales, este capital invertido a largo plazo podría suponer otras ventajas, como fortalecer sus recursos complementarios de cara a la jubilación. Tras el hundimiento del empleo y la caída de ingresos de la Seguridad Social por cotizaciones, el siguiente afectado será el déficit de las pensiones, agravado por la creciente longevidad de la población, y al que habrá que sumar la introducción del Ingreso Mínimo Vital. No existen soluciones simples para problemas complejos, pero los planes de pensiones y otros productos financieros complementarios y previsionales pueden convertirse en un salvavidas que aporten seguridad a los trabajadores en tiempos de incertidumbre. Por eso no sólo deberíamos tener “precaución” para ahorrar más en el presente, sino aprender a “prevenir” con el ahorro del futuro.