La tecnología está cambiando la forma en que trabajamos. El ejemplo más cercano lo encontramos en las nuevas formas de relacionamos con los clientes, como los chatbots o las apps. Pero en realidad afecta a todas las esferas operativas y a la toma de decisiones en las distintas industrias y sectores. Una muestra es la aplicación de la inteligencia artificial (IA) y del big data para ser más eficientes en nuestros procesos o para mejorar las formas de predicción en diagnósticos o detección del fraude en el sector del seguro.
Y ello nos pone inevitablemente frente a un desafío que no podemos ignorar: el impacto ético de la aplicación de la tecnología en la toma de decisiones.
Un desafío con doble vertiente
En este sentido, y mirando hacia nuestro propio sector, creemos que es importante destacar las reflexiones que hizo Ana García Fau, consejera independiente de Merlin Properties, Gestamp y Mutualidad Abogacía, en el panel asegurador del III Encuentro Económico-Asegurador.
Para ella, estamos viviendo un “momento absolutamente fascinante en el sector legal”, en medio de un profundo proceso de transformación donde “está en nuestras manos que todas las tendencias y los desafíos a los que nos enfrentamos supongan problemas y retos o supongan oportunidades”.
Entre esos desafíos y tendencias está, sin duda, la tecnología “que afecta a todos los sectores” sin distinción. “En el sector asegurador no solo tenemos una gran necesidad de transformarnos digitalmente como compañías de seguros y fondos de pensiones, sino que además nuestros clientes están pasando por esa misma transformación digital. Por lo tanto, es un desafío con una doble vertiente”, afirmó García Fau.
Los algoritmos los definimos nosotros
¿Debemos dejar el impacto ético de las nuevas tecnologías a su suerte o debemos intervenir? La consejera independiente lo tiene muy claro: “Los algoritmos los definen humanos, somos nosotros quienes estamos detrás de los algoritmos que van a funcionar en el mundo de la IA y tenemos que asegurarnos que los criterios según los cuales se construyen y se programan sean sostenibles y que respondan a la ética de la cual todas las compañías del sector hacen gala”.
Un Comité de Ética pionero
¿Cómo dotamos esas decisiones tecnológicas de valores y principios éticos? “El establecimiento de Comités de Ética para el desarrollo y aplicación de la IA es una medida absolutamente necesaria en cualquier organización, pública o privada, que utilice esta para tomar decisiones, automatizar procesos y proveer servicios inteligentes a personas. El desarrollo de estos comités debería ser obligatorio”, afirma Nuria Oliver, ingeniera de Telecomunicaciones, doctora por el MIT y miembro del Comité de Ética de Inteligencia Artificial de la Mutualidad de la Abogacía.
Las experiencias más concretas a escala internacional sobre este tipo de comités son la llamada Alianza para la IA, en la que participan Microsoft, Amazon, Apple, Intel MIT y Harvard, así como el Instituto para de Ética en inteligencia artificial de la Universidad Técnica de Múnich 2019, apoyado por Facebook.
En este sentido, “el Comité de Ética de Inteligencia Artificial de la Mutualidad (CEIA) es una iniciativa pionera en el mundo del sector financiero y asegurador, que no se va a quedar ahí; serán más las instituciones que empiecen a sumarse a iniciativas de ética”, asegura Ana García Fau.
Las personas y el planeta, en el centro
La misión de nuestro CEIA es vigilar los usos e impactos de la IA, garantizando que la recopilación, el alojamiento y el uso de los datos se realicen de manera ética, transparente y democrática.
Para la Mutualidad, se trata de un asunto de vital trascendencia para la sociedad. Ya que consideramos que la tecnología solo significará progreso si situamos a las personas y a nuestro planeta en el centro de toda transformación.