¿Caminamos hacia un mundo sin efectivo?

Monedas y billetes cada vez ocupan menos espacio en una cartera llena de tarjetas y un móvil de aplicaciones de pago. El avance del dinero electrónico es imparable y amenaza con convertir las monedas y billetes en auténticas piezas de museo.

Con el 83% de su población usuaria de tarjeta de crédito, Canadá es la economía del mundo con menos pago en efectivo, según Money.Co. En 2025, el 20% de los créditos al consumo se desembolsará en CBDS, las monedas digitales emitidas por los bancos centrales, según estimación de la consultora IDC. El avance del dinero electrónico es imparable.

Pocos piensan que las economías cashless lleguen a sustituir por completo al pago en efectivo, pero sí a convertirlo en un vestigio del pasado. Según el estudio anual de Money.co sobre los países con mayor pago digital (con datos del Banco Mundial), la pandemia del coronavirus ha acelerado este proceso ubicando a Canadá, Hong Kong y Singapur como los países donde su uso está más implantado. Un ranking en el que hay que esperar hasta la séptima posición para encontrar una economía europea, la de Noruega, donde el 98% de su población usa tarjetas de crédito y tan solo entre el 3% y 4% de las transacciones se realizan con billetes o monedas.

 

Ventajas y desventajas de un mundo sin efectivo

Combatir el blanqueo de dinero, el fraude fiscal y la delincuencia organizada (como las grandes redes de tráfico de drogas, armamento o personas) son ventajas que los expertos atribuyen a un supuesto mundo sin efectivo. También se destaca ventajas para un usuario que cada vez realiza más transacciones internacionales, e incluso para la economía del país, ahorro en dinero y tiempo por la fabricación y logística de billetes y monedas.

Pero no solo se identifican ventajas en ese futuro sin efectivo. Muchas voces advierten sobre el peligro de profundizar en las desigualdades sociales al dar una nueva vuelta de tuerca a la digitalización de la economía. Otras advierten sobre la vulnerabilidad de un sistema que podría mostrar debilidades frente a la ciberdelincuencia, y a nivel del particular, una mayor exposición al ciberfraude.

En cualquier caso, “a pesar del bombo y platillo generado por la tecnología y las nuevas monedas digitales, la mayoría de los gobiernos tampoco permitirán la introducción sigilosa de libre circulación de capitales. Por ello, las autoridades se esforzarán para que los proveedores de dinero electrónico queden sujetos a reglamentos de control de cambios similares a los de los depósitos bancarios tradicionales”, escribe Manuel Conthe, el exdirector general del Tesoro en España y ex secretario de Estado de Economía, en su artículo El futuro del dinero, de Fundación ICO.

 

Con tarjeta, por favor

España sigue siendo un país con fuerte tradición en el pago en efectivo, si bien las tarjetas de débito y crédito son el medio de pago preferido para el 54,1% de la población, según la última Encuesta nacional sobre el uso del efectivo, publicada por el Banco de España, referida a 2020.

En ella se explica que el 35,9% de los ciudadanos prefiere utilizar el efectivo como medio de pago más habitual, algo más en los municipios de menos de 100.000 habitantes, con el 37,5%. En 2014, el 80% de los ciudadanos encuestados elegían el efectivo como primera opción. Por lo que el banco emisor considera que el pago con tarjeta continuará incrementándose en los próximos años en detrimento del pago en efectivo.

Pero compitiendo con las clásicas tarjetas de débito y crédito, aparecen otras soluciones de dinero de plástico. Las más habituales son la tarjeta con pago aplazado, que permite abonar las compras a plazos con muy diferentes condiciones en plazos e intereses, y las tarjetas de prepago. Estas últimas aportan sobre todo seguridad en el pago online, ya que únicamente permiten gastar el dinero que se haya cargado previamente.

 

Otros métodos de pago populares

Pero la tarjeta ve amenazado su dominio por otros medios de pago emergentes con los que ya amplias capas de la población están familiarizados. Una oferta que no deja de crecer:

Pagos a través de dispositivos móviles

Cada vez existen más aplicaciones y servicios online de pago, incluso asociados a determinadas redes comerciales como gasolineras, supermercados o cadenas de moda, que ofrecen algún tipo de compensación a los clientes para incentivar su uso. Servicio que también ha incorporado la banca tradicional.

Destaca el uso del popular Bizum. Impulsado por la banca española, supera los 20 millones de usuarios según sus propios datos. Nacida como solución de pago a través del móvil entre particulares, en la actualidad también lo permite con los comercios asociados, cerca de 35.000.

Ahora que desaparece Twyp, la española Verse, Revolut o MoneyBeam, son también opciones que permiten el pago entre particulares. WhatsApp, propiedad de Meta (Facebook), también ha anunciado que incluirá un servicio de mensajería. En el caso de que finalmente ofrezca esta nueva utilidad, podría suponer una gran revolución dada su profunda penetración en España.

Monederos digitales

También unidos a los inseparables teléfonos móviles, existen una serie de soluciones para el pago en comercio online o físico, en este último caso gracias a la tecnología NFC.

La mayoría de las entidades financieras disponen de sus propios wallets, que pueden vincularse a las tarjetas de la propia entidad. Otra ventaja es poder sacar dinero en efectivo en el cajero con tan solo abrir la app correspondiente y acercar el terminal al cajero.

Pero son Apple Pay, Google Pay y Samsung los más utilizados. Siempre asociados a una o varias tarjetas, su principal ventaja es que los datos bancarios del usuario no se comparten con el comercio, lo que aporta una seguridad extra.

PayPal

La facilidad para pagar, enviar dinero e incluso cobrar justifican un apartado exclusivo de PayPal en cualquier recorrido por los medios de pago. Su gran éxito estriba en la enorme popularidad como medio de pago del comercio online, lo que le convierte en la segunda forma de pago más popular de España de comercio electrónico, tan solo por detrás de la tarjeta de crédito.

“Wearables”

Otra alternativa es el pago a través de este tipo de dispositivos como relojes inteligentes o pulseras deportivas, aunque la tecnología contactless puede convertir cualquier objeto en un medio de pago con tan solo incorporar un chip NFC, con una pegatina. Anillos, llaveros e incluso gafas con esta tecnología sirven ya para pagar en algunos países del mundo.

 

Métodos de pago emergentes

La diversificación de medios de pago no deja de aumentar. Para poner punto y final a este recorrido resumimos tres de los últimos en incorporarse:

CBDC

Las monedas digitales emitidas por los bancos centrales, Central Bank Digital Currency en sus siglas en inglés, son ya una realidad en muchos países del mundo como China, Singapur, Nigeria o Jamaica. Su implantación puede suponer un paso decisivo en la digitalización del pago, que no hay que equivocar con las criptomonedas, ya que las CBDC cuentan con respaldo y control gubernamental.

Según la consultora IDC, el 85% de los bancos centrales del mundo trabaja en el desarrollo de su propia moneda digital. La Unión Europea no es una excepción, aunque su papel no ha sido muy activo hasta el momento, ha anunciado que para 2025 podría estar ya en circulación.

Criptomonedas

Aunque en el momento de redactar este artículo no disfrutan de su mayor popularidad, el pago con criptomonedas está ya habilitado en determinados ecommerce y establecimientos. El más habitual es el bitcoin, pero existen otros muchos, en algunos casos con implantación local. Para poder utilizarlos siempre están asociados a un monedero digital.

Código QR

Además de para consultar el menú del restaurante, pueden servir para pagar. Para hacerlo basta con escanearlo con el móvil, de forma automática se abrirá la aplicación de pago que utiliza el usuario para formalizarlo. Se trata de un modelo extendido en China.

Pago biométrico

Para algunos una fórmula con gran futuro. Se trata de la confirmación del pago con un método intransferible como la huella digital o el iris del ojo. En España varias entidades ya están experimentando con el modelo, si las pruebas piloto resultan satisfactorias antes de lo que pensamos, podría ser una realidad.

 

 

 

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