La biotecnología ha progresado mucho en los últimos años, tras sus inicios en la década de los años ochenta. Prueba de ello es la aprobación de 59 medicamentos por la FDA en el 2018 y los más de 700 desde 1996. Hoy, la medicina se sitúa como disciplina científica tanto en lo diagnóstico, mediante la medicina basada en la evidencia, como en lo terapéutico, gracias al impulso del sector biotecnológico en el descubrimiento y desarrollo de fármacos.
Gran parte del éxito del sector proviene de la sinergia en áreas como la computación, el procesamiento de datos, la genética, la robótica y la miniaturización, en un ámbito financiero y regulatorio favorable, sobre todo en EE. UU. En este sector son relevantes cuatro temáticas propias de la medicina de precisión a la que nos dirigimos: la terapia génica y celular, la medicina regenerativa, la nanomedicina y la inteligencia artificial. Cada una se rige por idiosincrasias propias y tiene distintos horizontes temporales de inversión.
La revolución en terapia génica se remonta al descubrimiento del ADN pasando por el Proyecto Genoma Humano hasta la comercialización de Glybera, el primero de muchos fármacos capaces de suplir a nuestro organismo de un gen defectuoso y, en un futuro no muy lejano, la posibilidad de editar nuestro genoma con tecnología como CRISPR.
Similar en estadio madurativo está la terapia celular, consistente en la modificación de células propias del paciente para dotarlas de funciones nuevas como la destrucción de células tumorales, una tecnología ya comercializada con fármacos como Yescarta y que ha supuesto una revolución en oncología al curar varios tipos de cáncer.
En un horizonte más alejado estarían la medicina regenerativa y la nanomedicina. En efecto, se está produciendo el traslado de conocimiento en miniaturización del campo de la computación al médico, permitiendo ya, por ejemplo, administrar fármacos con nanobots de forma mucho más precisa y fisiológica en patología oftalmológica. En medicina regenerativa son muy relevantes los avances en senescencia celular y la manipulación de las células madre, como demuestran varias compañías capaces de crear células pancreáticas o reemplazar tejido cardíaco a partir de células madre adultas, ofreciendo así esperanza a pacientes con diabetes e insuficiencia cardíaca, dos de las patologías más prevalentes en Occidente.
Es presumible que todos estos avances permitan que, al igual que muchas patologías infecciosas son hoy anecdóticas, haya muchas enfermedades que en un futuro sean relegadas a un segundo plano. Finalmente, y transversal a todos los anteriores, es el campo de la inteligencia artificial, que además de aplicación en el terreno diagnóstico tendrá un impacto fundamental en el desarrollo de nuevas moléculas terapéuticas.
En definitiva, la convergencia de todas estas áreas convierte a la biotecnología en una de las megatendencias de la Cuarta Revolución Industrial y que, al igual que hizo el advenimiento de internet en los años noventa, generará nuevos nichos y oportunidades de mercado.