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20 marzo 2019

Aprende a ser creativo

Solemos pensar que el pensamiento creativo está reservado a unos pocos afortunados. No es cierto: todos somos potencialmente creativos.

¿Qué es el pensamiento creativo? Es la capacidad que tenemos de tomar caminos alternativos a nivel cognitivo, es decir, abandonar las ideas preconcebidas para afrontar los retos de manera diferente. Implica romper paradigmas, atreverte a mirar el mundo que te rodea de otra forma. ¡Sin filtro! Probablemente habrás oído hablar de la expresión inglesa “think outside de box” (fuera de la caja)

A esta forma de pensar “diferente” los expertos la llaman pensamiento divergente, ya que es un pensamiento que va en diferentes direcciones. Al contrario que el pensamiento convergente que busca una solución entre varias alternativas, es analítico. Llegados a este punto, ya te imaginarás que ambos pensamientos se complementan y que todos tenemos la capacidad de utilizarlos. Pero ¿por qué los adultos somos sorprendentemente convergentes?

La confianza creativa

Pensar fuera de la caja es fácil… ¡Al menos para los niños, que lo hacen todo el tiempo! Ellos se atreven a soñar despiertos, a mezclar fantasía con realidad, a saltarse las normas. Les suele encantar asumir riesgos y no tienen miedo al ridículo. Son curiosos y les atrae la novedad.

¿Cuándo dejamos todas estas buenas cualidades atrás? En este sentido, resulta esclarecedora la charla sobre la confianza creativa del diseñador David Kelley. Su anécdota sobre un niño a quien alguien calificó de espantosa su manualidad encierra una poderosa enseñanza sobre cómo muchos renuncian a su creatividad en momentos como estos de su infancia y ya no vuelven a recuperarla.

Se trata de un miedo al juicio de los demás, al qué dirán, a no ser capaces de decir la idea más creativa. ¿La esperanza? Esta confianza creativa se puede recuperar y la transformación es maravillosa. “Sería genial si no dejaran que el mundo se divida en creativos y no creativos, como si fuera un don divino, y que las personas entiendan que son creativos por naturaleza, que deberían dejar volar sus ideas”, afirma Kelley.

Ingrediente mágico: “hacer”

La ciencia nos dice que el proceso creativo se relaciona con ciertos patrones de actividad cerebral. Por lo tanto, es posible “entrenar” para ser más creativo, como si de un músculo se tratase. No hay una fórmula mágica, pero el ingrediente es ser creativo “haciendo”.

Para conseguirlo hay dos criterios básicosminimizar las barreras que impiden que surja nuestro pensamiento creativo, creando un clima que lo estimule; y entrenándolo a través de estrategias y técnicas que faciliten ese proceso creativo. Al primer criterio responden, por ejemplo, hacer tareas que nos distraigan, relajarnos, dispersarnos, “jugar”, enriquecernos con otros puntos de vista, dormir bien, etc.

Desing thinking y creatividad

En cuanto al entrenamiento del pensamiento creativo, se han desarrollado distintas técnicas al respecto, como ejemplo el brainstorming o tormenta de ideas, attribute listing o lista de atributos, synectics o sinéctica, entre muchas otras. Ponerlas en práctica en un ambiente creativo que las estimule resulta fundamental.

Por ejemplo, en el bootcamp de la Mutualidad de la Abogacía aplicaremos la técnica desing thinking. “Eso de explicar cosas con dibujos”, hablando coloquialmente. Se trata de una metodología práctica que fomenta la creatividad, facilita la colaboración y la cocreación y permite mejorar los procesos organizativos de las organizaciones, diseñar nuevos servicios y productos y mejorar la experiencia de sus clientes.

En la práctica, el desing thinking se considera uno de los métodos más eficaces para conseguir ideas innovadoras que conquisten el mercado, según MacGuffin. ¿Tiene cabida en el sector asegurador? Por supuesto. La aplicación de esta metodología será de gran utilidad para resolver los retos actuales del sector a través de la creatividad y teniendo como eje central al cliente.

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