Los mercados financieros pierden el equilibrio

Resulta tentador comenzar un artículo sobre mercados financieros, en un momento tan binario como el actual (rojo o negro), con un título abiertamente lorquiano.

Si algo caracteriza a los mercados financieros en 2022 es la rotundidad con la que bolsas y, sobre todo, curvas de renta fija, están poniendo en precio los fuertes desequilibrios heredados de los desajustes de oferta y demanda de 2020 y 2021, la inacción de los bancos centrales el año pasado, la crisis geopolítica global (con Ucrania como paradigma) y, en suma, a una inflación que, a día de hoy, no da síntomas de estar en situación de tocar techo.

En esa línea, la semana pasada ha constituido un auténtico jarro de agua fría en un contexto, ya de por sí, caracterizado por las bajas temperaturas. Comenzando por el final, el dato de IPC estadounidense del viernes (8.6%) dejó bien claro que la inflación no da señales de corregir, al menos de momento. Prácticamente todos los sectores se alinean para una subida de precios, con fundamentos más estructurales que solo la subida de energía y materias primas agrícolas. De hecho, la inflación subyacente, que no tiene en cuenta estos componentes más volátiles resultó en el 6%, una décima más de los esperado.

El dato americano fue la puntilla en una semana en la que el día anterior, el BCE se encargó de alimentar abiertamente el miedo: Christine Lagarde sorprendió a los mercados con un tono significativamente más duro de lo esperado. En líneas generales, tan solo la subida de 25 puntos básicos en julio estaba totalmente descontada por el mundo inversor. A partir de ahí, del mensaje del BCE se infiere que los tipos volverán a subir, probablemente, 50 puntos básicos en septiembre (una cifra que en su momento fue calificada como “pánico inflacionista”) y luego, subidas “graduales y sostenidas” hasta completar una hoja de ruta que pasaría por llevar la inflación a niveles cercanos al 2%, a finales de 2024. En líneas generales, el consenso de mercado opina que el BCE ha variado su postura, pasando a tener ahora como escenario central de inflación el marco anteriormente calificado como “adverso”. Ello implica una mayor velocidad de subida del precio del dinero.

Muy importante, particularmente por lo que respecta a España y resto de periferia, Lagarde comunicó explícitamente que no “va a permitir la fragmentación” del mercado de deuda. Es decir, que luchará contra las subidas de primas de riesgo, que pueden llevar a desestabilizar el euro. La parte negativa es que no especificó cómo. En ese sentido, los planes especiales de compras de activos del BCE finalizan en breve y, aunque continuará la reinversión de los vencimientos, resulta difícil aumentar la base monetaria con nuevas compras de deuda pública de países periféricos (una medida abiertamente inflacionista), cuando al mismo tiempo se quiere luchar contra la inflación.

En resumen, una reunión del BCE que lejos de aplacar a los mercados, sembró dudas añadidas sobre las ya preexistentes. Es posible que la intención de Lagarde fuera “recuperar terreno” frente a la inactividad en manera monetaria del último año y medio y, especialmente, frente al decalaje en tomar medidas de normalización monetaria comparado con EEUU. Si es así, tal vez lo peor del mensaje se haya dicho ya y, a partir de ahora, la comunicación del BCE sea más sosegada. En todo caso, entendemos que eso dependerá del éxito que las subidas de tipos anunciadas tengan contra la inflación.

La concatenación de un mensaje manifiestamente mejorable y datos de inflación sencillamente malos, ha impactado muy negativamente y de manera instantánea sobre los mercados financieros, tanto de renta fija (con fuerte tirón de rentabilidades al alza) como de renta variable, en este caso haciéndose eco también del nuevo escenario macro del BCE, con menor crecimiento esperado. Para los bonos, la caída general ha venido acompañada de un importante incremento de las primas de riesgo periféricas, desasistidas de momento de programas específicos europeos. Para la variable, todos los sectores e índices han tenido un mal comportamiento y, de manera aún más específica, aquellos activos con valoraciones elevadas en términos de multiplicador, singularmente la tecnología. No es de extrañar que el peor índice relevante en el año sea el Nasdaq, el claro ganador de la última década.

Comprendiéndolo todo, momento muy complicado para los mercados, que dan la impresión de “haber perdido el equilibrio”, y encontrarse en una zona en la que tan probable es recuperar la posición erguida como caer al suelo. Ni lo uno ni lo otro sería automático. Es preciso, como decíamos más arriba, contemplar el grado de éxito de la lucha contra la inflación, lo cual llevará meses. Por lo tanto, lo más probable es que nos esperen algunas semanas, bastantes, de inestabilidad. Y, entretanto, confiemos en que llegue una reunión del BCE de Julio un poco más estructurada, por decirlo suavemente.

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